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Actualizado: 20 de junio de 2025
Si se hubiera quedado en cura de misa y olla, nadie le miraría la cara; pero Tomasa continuaría siendo su amiga, siempre dispuesta a hacerle un servicio. Si le quiero tanto, es porque usted es sencillo y afable. Si gastase orgullo, como otros arzobispos, le besaría el anillo y ¡hasta la vista! El cardenal en su palacio y la jardinera en su jardín.
¡Hermoso país! exclamó D. Facundo, que después de los niños, y acaso antes, era el que con más afán ponía los ojos en los cristales. Hombre, qué ganas tengo yo de hacer un viaje por Italia. Pues a ello. ¡Si no se gastase tanto! Pero, hombre de Dios, ¿para quién quiere usted ese gatazo que tiene en casa? ¿No es mejor que se divierta por cuenta de los herederos? dijo doña Martina.
Así es que hé visto una órden de D. Jaime 2.º fechada en Barcelona á 12 de las calendas de abril de 1292 dirijida á Gil Terini merino de Zaragoza, para que gastase lo necesario en la reparacion de la ALJAFERIA, como lo dispusiese el noble Sr. Mariano Ferdinandi.
De todas las fruslerías hizo acopio, y los bolsillos de la pandilla llenáronse de avellanas, piñones, garbanzos torrados, pastelillos y cuanto Dios y la tía Javiera criaron. Nunca como entonces le saltó el dinero en el bolsillo y le escoció en las manos, pidiéndole, por extraño modo, que lo gastase. Lo gastaba a manos llenas, y si hubiera llevado mil duros, los habría liquidado también.
La modestia y el recogimiento de doña Beatriz hacían que gastase poquísimo en su persona, así es que le sobraba mucho, en proporción de su corta hacienda, y todo lo consumía en obras de caridad. Paco Ramírez, testigo de todo esto, y única persona que veía a doña Beatriz en su soledad, acabó por enamorarse de ella perdidamente.
Hasta ahora no ha hecho más que vivir con arreglo a su clase; pero aunque gastase todo el lujo que puede ostentarse en Madrid, todo sería poco para lo que ella merece... Entiéndelo tú y los que te lo hayan dicho.
Los dos clérigos le saludaron muy cortésmente y Glocester dando un paso hacia él, le acarició con una palmadita familiar sobre el hombro. La envidia se lo comía, pero Glocester no era hombre que gastase menos disimulo. O era diplomático o no lo era. El Magistral se contentó con escupirle para sus adentros.
Palabra del Dia
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