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Actualizado: 14 de julio de 2025
Lubimoff acabó por reir del tono rencoroso con que Alicia hablaba de estos placeres místicos de su madre. ¡Famosa doña Mercedes!... Y ella acabó por reir igualmente. Así fué gastando todas nuestras rentas, que eran enormes.
Al fin á Santa-Fé, tiempo gastando, Se llega, dò poco antes los vecinos Salieron
El pueblo posee las verdades grandes y en bloque, y a él acude la civilización conforme se le van gastando las menudas, de que vive. De repente Fortunata vaciló en su ánimo. Parecía una fuerza nerviosa que caía en brusca sedación. La otra, en cambio, se creció de repente por una sacudida de su conciencia. «Ya no más, no más mentira. No puedo, no puedo...».
No quiero confesarme con Vd. de... cómo... de lo que me pasó... en fin, de cómo conocí a mí primer amante. Si llego a caer con un hombre bueno... le aseguro a usted que aquel hubiera sido el único. Al cabo de dos años, supe que don Ulpiano andaba otra vez por Madrid gastando mucho y viviendo a lo grande, pero sin meterse en negocios ni tener fortuna conocida.
»Todo esto leí; de todo esto me enteré, gastando en ello todas las fuerzas de mi voluntad. Pero era preciso hablar, responder de algún modo a aquellos cargos terribles; y para esta empresa ya no tuve alientos. Luz, entretanto, continuaba pidiéndome una respuesta con los ojos. ¡No los apartaba de mí! Estaba trémula, convulsa, la desdichada.
Lo que te anuncio es que si seguís gastando como hasta aquí, la quiebra es segura.... Estáis puede decirse que arruinados. Emma ha gastado como una loca, y tú, tú no me lo negarás... le diste el ejemplo... tú la arrastraste a esa vida imposible. Y todos sabemos por qué. Todos exclamó con solemnidad Sebastián, que había perseguido en vano a la Gorgheggi, y todavía la solicitaba.
Sus abuelos más próximos habían sido amigos y consejeros de los monarcas, gastando en el fausto de la corte una gran porción de su patrimonio. Y este gran señor bondadoso y franco, que guardaba en la llaneza de su vida campesina la distinción de su ilustre ascendencia, era para Gallardo algo así como un pariente próximo.
Creeríase que la fuerte inervación de la mañana se iba gastando con los actos y movimientos de la persona en el curso del día, y que esta llegaba a la noche en el estado contrario, exhausta como el que ha trabajado mucho. Ya Fortunata se había acostumbrado a este tira y afloja, y ninguna de las extravagancias de su marido la cogía por sorpresa.
Este plan era más de doña Luz que de D. Jaime. Mucho le pesaba tener que separarse de su marido, aunque fuese por muy breve tiempo; pero tenía grande encanto para ella el que D. Jaime mismo preparase a su gusto la casa en que había de recibirla, y donde ella se proponía vivir con modestia y sin frecuentar paseos, teatros y tertulias, para no ser gravosa gastando.
Otras veces aparecía Tonet con un bulto en el vientre: la faja llena de altramuces y cacahuetes, comprados en casa de Copa; y siguiendo el camino lentamente, comían y comían, mirándose el uno en los ojos del otro, sonriendo como unos tontos sin saber de qué, sentándose muchas veces en un ribazo sin darse cuenta de ello. Ella era la más juiciosa, y le reprendía. ¡Siempre gastando dinero!
Palabra del Dia
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