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Actualizado: 19 de junio de 2025
Vamos, vamos, Gilberto interrumpió Reginaldo. No hay necesidad de promover una disputa. No, por cierto declaró con aire imperioso el señor Ricardo Dawson. La pregunta es bien sencilla, y como futuro administrador de la fortuna de la joven, tengo perfecto derecho de hacerla. Entiendo añadió, que se ha convertido en una niña muy atrayente y amable.
Desde la imprevisión obscura del salvaje, que sólo divisa del futuro lo que falta para el terminar de cada período de sol y no concibe cómo los días que vendrán pueden ser gobernados en parte desde el presente, hasta nuestra preocupación solícita y previsora de la posteridad, media un espacio inmenso, que acaso parezca breve y miserable algún día.
Entrevistado en septiembre de 1998, destaca perspectivas interesantes sobre el futuro de la traducción: "Pronto alcanzaremos el punto en que será tan habitual obtener una traducción muy fiel del texto y del habla que esta funcionalidad podrá formar parte de las plataformas o incluso de los chips.
Don Acisclo solía echar cálculos alegres, y este mismo descuido de su futuro diputado, que para cualquiera otro hubiera sido un mal, se mostraba a veces con colores risueños y brillantes a los ojos de su esperanza ambiciosa.
Justo es que nos separemos porque nuestras miradas deben dirigirse hacia puntos muy distintos; las de Amaury y las tuyas hacia lo futuro, que aún contiene promesas y esperanzas; las mías hacia lo pasado, donde está concentrada mi existencia.
Con frecuencia paseaba por el claustro esperando una ocasión para hablar con Leocadia, la hermosa hija del sacristán de la Virgen. De los padres no había nada que temer; pero el futuro guerrero tenía cierto respeto a la abuela Tomasa, que veía con malos ojos estas relaciones y amenazaba con hacérselas saber a su tío el cardenal. Gabriel había hablado varias veces con el cadete.
El caso era prodigioso, y de entonces dató la fama de hombre de talento que había de gozar el marqués futuro de Villamelón, hasta que los repetidos esfuerzos de sus majaderías dieron con ella al traste.
Ya varias veces había tocado el punto con su futuro yerno, con alusiones a "mi suegro"... "mi nueva familia"... "la cuñada de mi hija". Nébel se callaba, y los ojos de la madre brillaban entonces con más fuego. Hasta que un día la llama se levantó. Nébel había fijado el 18 de octubre para su casamiento.
Con estas célebres palabras del «Fausto» podría empezar un futuro historiador de la poderosa república el Génesis, aún no concluído, de su existencia nacional. Su genio podría definirse, como el universo de los dinamistas, la fuerza en movimiento. Tiene, ante todo y sobre todo, la capacidad, el entusiasmo, la vocación dichosa de la acción.
Repentinamente, el futuro actor, que más tarde había de pasar á la posteridad bajo el seudónimo de «Lafontaine», se halló con las manos cargadas de libros soporíferos, que le hablaban de asuntos trascendentes y graves, y preso el suelto y gallardo cuerpo juvenil entre los negros pliegues de una sotana. Fué su primer disfraz.
Palabra del Dia
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