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Convendrá así mismo se tome igualmente declaracion al caballero francés Mr.

Llevado de esta idea, ha hecho aprender latín al muchacho, y en el día le ha dado un maestro de francés, porque dice que en sabiendo francés ya se sabe todo lo que hay que saber; y que él conoce a no pocos sabios de campanillas en esta tierra que no saben otra cosa.

La felicidad, según un filósofo francés, no se conjuga en presente, sino en futuro imperfecto. La felicidad, como la desgracia, se va haciendo, se va tramando en la convivencia, en la vida íntima y constante. Y así, tanto peligro puede correr un matrimonio formado por un amor enardecido y apasionado, como otro tibio, suave, cordial, sosegado.

Veo que sigue usted siendo un verdadero salvaje. Á esta insolencia filial, Harvey respondió con sonrisa indulgente: Es posible. Yo mismo lo creo. Me casaré, entonces, puesto que eso simplificará la vida para usted y para . ¿Y con quién, querida mía? ¿Con un europeo ó con un americano? Con un europeo y, probablemente, con un francés. Para gente ordinaria tengo bastante con mis hermanos.

En efecto, abajo está la poblacion brabantino-flamenca, y no se oye entre la muchedumbre y aún la clase média sino el acento áspero del flamenco modificado, que llaman el dialecto de Brusélas, ó se habla muy poco frances relativamente.

Los españoles no tuvieron ocasión de conocer otras composiciones literarias coetáneas extranjeras más que las ya citadas. El primer obstáculo, que salta á los ojos, es su ignorancia de los idiomas extraños. El castellano, como el francés moderno, era la única lengua que servía entonces á los diferentes pueblos de casi toda Europa para comunicarse entre .

El francés, como tal, es genialmente fino, galante y expansivo; pero el francés hecho guarda, gendarme ó soldado, degenera en su trato con loa civiles ó se siente embarazado. Es tal la fuerza del carácter genial, que el frances se distingue por su cortesía, de todos los demás europeos, en el ejercicio de funciones oficiales.

Luego que hubimos satisfecho los primeros conatos de admiradora curiosidad, paseando los ojos tardíamente sobre aquel grandioso panorama del arte humano, no del arte francés, digimos á nuestro necesario fiacre que nos llevara al arco de la Estrella. Un coche es aquí un personaje de primera categoría, la gran carta de recomendación y el gran amigo del extranjero.

Marta, que hacía alarde de sus conocimientos lingüísticos hablando inglés, francés, italiano, acabó por seguir a la Gorgheggi en su empeño de hablar español, para que la entendiese Emma.

En Palacio, tan pronto se gastaban millones para recibir a un príncipe extranjero, como un bufón había de prestar dos reales para comprar confites a la reina; los soldados, sin paga, se acuchillaban en las calles, mientras llegaban las nuevas de que el francés o el flamenco nos habían derrotado en los campos y el inglés nos había pirateado en los mares.