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Sin embargo, a pesar de todas estas reflexiones, D. Luis conocía que no se sufriría a propio durante toda su vida, y que por consiguiente no llegaría a hacer nunca a gusto el papel de Filemón, si no empezaba por hacer el de Fierabrás, dando al conde su merecido, si bien pidiendo a Dios que no le volviese a poner en otra ocasión semejante.

Exactamente como si su marido fuese un gato, Fierabrás se frotó todavía varias veces contra las sayas de su esposa, dio unas cuantas vueltas roncando, y al fin entró en la casa en la misma posición. Una vez allí, quiso, al parecer, levantarse, pero no pudo. Mareado por el alcohol, por las vueltas que había dado en cuatro pies y por la viva luz de la lámpara de petróleo, dio consigo en tierra.

Fierabrás se revolcaba en el suelo, lanzando rugidos, pataleando con furor. Hacía esfuerzos por levantarse. Pero cuando ya iba a conseguirlo, un acertado zapatazo en la cara lo volcaba de nuevo.

Lo que le ruego a vuestra merced es que se cure, que le va mucha sangre de esa oreja; que aquí traigo hilas y un poco de ungüento blanco en las alforjas. -Todo eso fuera bien escusado -respondió don Quijote- si a se me acordara de hacer una redoma del bálsamo de Fierabrás, que con sola una gota se ahorraran tiempo y medicinas. ¿Qué redoma y qué bálsamo es ése? -dijo Sancho Panza.

La expedición guerrera de Carlomagno contra el gigante sarraceno, Fierabrás; los combates incesantes entre los caballeros moros y cristianos; el lugar encantado, con su río de verdes orillas; el puente maravilloso, que aparece y desaparece, y el palacio mágico, edificado en la cabeza de un enano de bronce, forman el marco, en cuyo centro se desarrollan los amores de Guido de Borgoña y de Floripes.

¡Uf! ¡Cómo se ponía la venturá de mi maresita cuando me oía esta copla! Al fin, una tarde se había fugado y se había estado tres días sin volver a casa. De esta salida había resultado compuestita, y no hubo más remedio que ceder a casarlos. El matrimonio no hizo más que acrecer sus desdichas. Fierabrás era albañil; pero en vez de traer el jornal a casa, se gastaba una gran parte en las tabernas.

Sabedor Fierabrás de la huída del caballero, acorre al puente y hace allí cara con sus gigantes, por una parte al Emperador y al ejército cristiano que lo ataca, y por otra á los caballeros del castillo, que lo acometen á las órdenes de su hermana Floripes.

No sería gran cosa, buen Oliver; alguna escaramuza que tuvisteis y en la que no tomé parte, pues recuerdo muy bien no haber desenvainado la espada mientras en Medoc estuve.... Siempre el mismo, furibundo Morel, fierabrás incorregible.

Ninguno de los personajes es indígena; todos son turcos, árabes, caballeros cruzados, embajadores, duques, guerreros con armaduras, provistos de armas encantadas y de bálsamos como el famoso de Fierabrás; los buenos castellanos, los malos extranjeros.

El primero, con otros caballeros francos, ha caído en manos de Fierabrás, siendo encerrados todos en el castillo encantado para morir al día siguiente. Floripes, hermana de Fierabrás, entra en la prisión de su amante y mata á los carceleros; pero Fierabrás acude corriendo, y pone sitio al castillo para rendir por hambre á su hermana y á los caballeros cristianos.