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Actualizado: 31 de octubre de 2025


Con las pegajosas recalcitrantes emplea, si son tímidas, la amenaza del escándalo; y si son de las feroces y bravías, lo arrostra valerosamente, cortando el nudo, como Alejandro, cuando no puede desatarlo.

El pescado es raro, el baño desconocido, por los feroces caimanes; la vida, en una palabra, imposible de comprender para un europeo. Los pocos blancos que he observado en la costa, tienen un color lívido, terroso y parecen espectros ambulantes. Las fiebres los han consumido.

El engreimiento y la soberbia son muy malos, enojan mucho al Cielo y tal vez hacen que el Cielo, para castigarnos, para humillarnos o para probarnos mejor, permita que los enemigos del alma le den feroces ataques en la parte baja, mientras que su porción elevadísima se cree punto menos que glorificada y en íntimos coloquios y en unión estrecha con lo divino.

Aunque las noches fuesen cálidas, encendían hogueras, buscando la protección de las llamas y del humo contra los feroces mosquitos, dominadores de la llanura. Algunos segadores que poseían un poder instintivo de dominación trataban á sus camaradas como jefes.

Sánchez Morueta siguió su paseo á grandes zancadas, con la cabeza baja, como si fuese a embestir contra los planos y modelos de buques colgados de las paredes. De pronto se detuvo en la puerta de la habitación contigua, mirando con ojos feroces al secretario, que se había escurrido hasta su mesa para continuar el trabajo. El pobre hombre tembló al verse enfrente de su irritado principal.

¡A , Horn! gritó el Capitán . ¡A , Cornelio, Hans! ¡Salvemos a los hombres que están en las chalupas! Manejando los fusiles como mazas, se arrojaron sobre los salvajes, matando a unos cuantos de ellos y logrando contenerlos por algunos instantes; pero los salvajes volvían a arremeter, animándose con gritos feroces.

Le venían ganas atroces de gritar a los oradores: «¡Burros, pollinoscomo acostumbraba a hacer en el Saloncillo, o de fulminar contra ellos uno de esos sarcasmos feroces que levantan roncha. «Aquellas payasadas» le habían revuelto la bilis. No era milagro. Ya conocemos la gran virtud de segregación que el hígado del ex marino poseía.

Los bárbaros atentados á la cultura pública y á la dignidad nacional, realizados por los que proceden movidos por instintos feroces, obligan á todo hombre civilizado á defender su derecho vulnerado en los derechos de todos; para acudir con el arma al brazo á ser de los primeros en tomar puesto en las filas de la defensa nacional.

Una parte de ellos persigue á los fugitivos por el camino de Villoria; otros siguen á los que huyen por la calzada de Entralgo. Toribio desdeña esta persecución. Con el garrote en alto y dando feroces gritos, que resuenan temerosamente en el valle pasea su furor y su triunfo por todo el campo de la iglesia. Bartolo. Media hora después no quedaba un ser viviente en este campo.

La predilección de nuestros monarcas, especialmente de los Reyes Católicos, por los leones, cayó en desuso en los reinados posteriores; pero en cambio alguno de aquellos gustaron de poseer colección de fieras como Don Felipe IV que ordenó en 1632 se escribiese al Virrey del Perú y á aquellas Audiencias para que se le enviasen los animales feroces de dichas regiones, pues S. M. deseaba tener un circo donde encerrar leones, tigres, osos y demás bestias salvajes .

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