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Actualizado: 31 de octubre de 2025
Afecté no advertirlo y, envolviéndome en una nube de humo, comencé a hacerle preguntas con fingida indiferencia. D. Sabino estaba con tantas ganas de servirme, que se pasó de amable. También daba feroces chupetones al cigarro para disimular su turbación, que no tardó en desaparecer. Me enteró de todo lo que quise y no quise saber.
Este fuego aunque esté encubierto no necesita para levantarse mas que un soplo del aire, i así los pueblos en sus motínes ó rebeliones, i mas cuando han sido sin causa oprimidos, siguen los peores ejemplos, i se valen tambien de los peores, de los mas atrevidos, de los mas sangrientos i de los mas feroces medios.
Después de haber perdido la tripulación, asesinada por los antropófagos de la costa australiana; después de haber visto destruír los depósitos de olutarias, que representaban para ellos y para el armador de Timor una verdadera fortuna, y de escapar milagrosamente de las manos de aquellos feroces salvajes, se encontraban en inminente peligro de hundirse para siempre en el mar.
Esto era de búho, lo otro de mochuelo, lo de más allá de cuervo, y hablaba con respeto de cierto nido de águilas que su padre había visto de joven en aquel sitio: feroces animales que pretendían picarle los ojos, y obligaban al buen campanero a pedir la escopeta al guardia nocturno cada vez que había de visitar las bóvedas.
Lorenzo Fréitas y algunos otros marinos que, a falta de catalejo, tenían muy perspicaz la vista, aseguraban haber columbrado en la costa de la izquierda vagar hombres salvajes y feroces de descomunal corpulencia. No vacilaban en conjeturar que el menor de dichos hombres era de tan colosal estatura, que de fijo el más alto de cuantos iban en la nave no le llegaría con la cabeza debajo del brazo.
Ya le seguiremos en su interesante regreso al escondrijo donde mal vive. Por de pronto, observémosle en su rudo luchar por la pícara existencia, y en el terrible campo de batalla, en el cual no hemos de encontrar charcos de sangre ni militares despojos, sino pulgas y otras feroces alimañas.
Eran humildes mochileros que, al llegar a San Roque o Algeciras, echábanse a cuestas tres arrobas de tabaco y emprendían el regreso a la tierra huyendo de los caminos, buscando las sendas más peligrosas, marchando de noche y ocultándose de día, a gatas por los riscos, imitando los hábitos de las bestias feroces, lamentando ser hombres y no poder seguir el borde de los abismos con la misma seguridad que las bestias.
Hará ya mucho más de rail afios, habla en lo más esquivo y fragoso de los Pirineos una espléndida abadía de benedictinos. El abad Eulogio pasaba por un prodigio de virtud y de ciencia. Las cosas del mundo andaban muy mal en aquella edad. Tremenda barbarie había invadido casi todas las regiones de Europa. Por donde quiera luchas feroces, robos y matanzas.
El hecho de que los revolucionarios no retrocedieran ante el hierro y el fuego cuando tenían que trabajar en la consecución de su ideal, ¿había de hacer que se les creyera capaces de un delito común? ¿No había entre las dos cosas una enorme distancia, y los más feroces sectarios no suelen ser, en la vida privada, personas de escrupulosa honradez y buenos hasta la ingenuidad?
Farinelli ha hecho más... ha encantado, ha seducido caracteres más feroces aún: a los individuos que tenía en la corte, a sus enemigos, a sus rivales... ¡a mí mismo, señores!... ¡a mí! el famoso Caffarelli... Oigan ustedes lo que con él me sucedió, y del modo que le conocí. La atención de los circunstantes redobló con las palabras de Caffarelli, y todos se aproximaron para no perder una palabra.
Palabra del Dia
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