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Actualizado: 14 de junio de 2025
Todos se arrodillaron, menos el filósofo, que miraba la luna silbando el Trágala. Entonces el fraile, armado de un hisopo, se aproximó a los fardos y dio una vuelta alrededor de ellos diciendo: ¡Atrás, Satán, atrás! y que este signo de redención purgue a esas mercancías de la mancha que la herejía ha impreso en ellas. ¡Atrás, Satán, atrás! Y echó torrentes de agua bendita sobre las cajas.
Semejantes en todo a las simples imaginaciones humanas que los crearon, estos dioses son arrieros también y llevan tras de ellos recuas silenciosas de llamas cargadas con ricos fardos de coca, la ambrosía del paladar indiano.
Si el monumento no fuese tan imponente por su grandeza pasaría desapercibido, pues los Ingleses han tenido el mal gusto de encuadrarlo en el barrio mas complicado, irregular y agitado que tiene Lóndres, encerrándolo miserablemente en medio de negras chimeneas, fardos y almacenes. Excepto el caso de hacer una ascension en algun alto monumento cercano, es imposible ver á San Pablo en perspectiva.
Creía oír aún los gemidos del mozuelo pataleando en la cubierta: «¡Yo no quiero morir! ¡Yo quiero ir a Buenos Aires!...». El vagabundo de los puertos tenía la misma ilusión que él y casi todos los que habitaban las cubiertas superiores. Dormitando entre los fardos y barricas de un muelle, había visto también a la diosa alada y sin cabeza; había sentido la caricia de la esperanza.
Iba á terminar la siega en la gran estancia argentina llamada «La Nacional». Los hombres venidos de todas partes para recoger la cosecha huían del amontonamiento en las casas de los peones y en las dependencias donde estaban guardadas las máquinas de labranza con los fardos de alfalfa seca.
Los fardos saltaban de la cubierta: caían en el agua, donde los recogían los hombres descalzos y las mujeres con la falda entre las piernas; unos desaparecían por aquí; otros se iban por allá; fué aquello visto y no visto, y en poco rato desapareció el cargamento, como si lo hubiera tragado la arena. Una oleada de tabaco inundaba á Torresalinas, filtrándose en todas las casas.
Cuando los últimos fardos se perdieron en las calles de Torresalinas, comenzó la rapiña en la barca. El gentío se llevó las velas, las anclas, los remos: hasta desmontamos el mástil, que se cargó en hombros una turba de muchachos, llevándolo en procesión al otro extremo del pueblo. La barca quedó hecha un pontón, tan pelada como usted la ve.
Esas casas espléndidas son las residencias de los príncipes de las pipas y los fardos, que constituyen la aristocracia comercial de Burdeos. Cada uno de esos edificios, que en su parte superior es el hogar del comerciante, contiene en sus bodegas subterráneas ó accesorias un depósito enorme de pipas de vinos y licores, cuyo número suele llegar hasta 1,000.
Los carabineros registraban las casas, buscando los fardos de contrabando traídos por los hombres, y las amazonas empleaban su acometividad nerviosa en el ocultamiento de las mercancías ilegales, haciéndolas pasar de un escondrijo á otro con astucias de salvaje.
Algún que otro arriero con sus mulas delante y montado en una de ellas sobre una pirámide de fardos; cualquier vecino que por casualidad saliese en busca de una vaca extraviada, ó los mozos crudos de Vegalora que tuviesen arrestos suficientes para ir á cortejar las mozas de la Segada ó de otros lugares cercanos.
Palabra del Dia
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