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Actualizado: 26 de junio de 2025
Consulté con Neluco esta bestial ocurrencia, y la celebramos los dos con grandes risotadas; pero así y todo, no faltaron un par de razones, fisiológicas también, apuntadas por el médico y discutidas por ambos, para explicar el antojo muy «racionalmente».
Algunos caballeros se eclipsaron también. Contra Octaviano hubo una verdadera conjura, y medio por persuasión, medio por violencia, le encerraron en un cuarto para evitar que escandalizara, tratando de inculcar en su mente que por mucho que se sintiese, era ya ineludible un encuentro muy serio entre Pedro Lobo y su amo. A Pedro Lobo no le faltaron dos testigos.
Pero, en medio de los aplausos, no faltaron cortesanos y damas que en voz baja hablasen de un sujeto cuya ausencia no extrañaban aunque hacían sobre ella comentarios, tal vez piadosos, tal vez malignos. Era este sujeto el trovador Bernardín Riveiro, estimado como nuevo Macías. Nadie ignoraba su audacia, su fervoroso amor a doña Beatriz.
Pero no faltaron en este tiempo algunos insignes judíos que por convencimiento recibiesen el agua del bautismo. Uno de ellos fué Rabi Moseh, nacido en la ciudad de Huesca en 1062, el cual á los 44 años de su edad fué bautizado en la iglesia de su patria, recibiendo los nombres de Pedro i de Alfonso.
Esto era considerado como una gran desvergüenza entre las personas severas del lugar, que clamaban contra el escándalo y mal ejemplo; pero poco a poco todos se fueron acostumbrando, y al cabo de algunos años nada parecía más natural ni más justo sino que Juanita fuese hija de Juana, a la cual no faltaron tampoco defensores, ya razonables, ya fervorosos, que alababan el cariño y la devoción maternal de la madre a la hija, y que cuando eran algo maldicientes no dejaban de comparar a Juana con otras que pasaban por honradísimas y que hasta tenían la insolencia de presumir de casi santas.
Tampoco faltaron oficiales del ejército acuartelado en Dax, ni nobles y burgueses de Blaye, Bourg, Libourne, Cardillac, Ryons y otras muchas villas, que llegaron durante el día y parte de la noche anterior al combate, á pie, á caballo y en vehículos de todas clases.
Isabel, con su hijo Raimundo, se volvió a Madrid a la casa paterna, donde tres meses después de fallecido su esposo, dió a luz una niña que tomó el nombre de Aurelia. Era Isabel una mujer singularmente hermosa. Como hija única de un comerciante que pasaba por bien acomodado, no le faltaron pretendientes. Rechazó todas las proposiciones de matrimonio.
Los domingos y fiestas casi todas las comíamos en su casa. Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué, y sí sé qué, de que veen a mi mujer irle a hacer la cama y guisalle de comer. Que él me habló un día muy largo delante della, y me dijo: "Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas, nunca medrará.
Hay almas que rechazan instintivamente el mal. El odio pasó sin detenerse sobre el espíritu de Lázaro, como la gota de agua que resbala por el hierro candente. Las fuerzas le faltaron, y mientras los alegres ruidos de la fiesta, convertidos en voces misteriosas por la fantasía, le llamaban queriendo embriagarle con efluvios de desconocidos placeres, dio en tierra rendido y sin aliento.
Sin embargo, no faltaron hombres no tan fáciles de asustar, y que en veinticuatro horas arreglaron las cosas de manera que los tímidos pudieran estrecharse las manos con seguridad, y los eminentes estadistas proferir sus dudas sin dañar a nada ni a nadie. Por aquellos días, recibí una esquela de Hop-Sing, rogándome que fuese en seguida a verlo.
Palabra del Dia
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