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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Cuando el barón lo montaba, y dando corcovos y alzándose de brazos salía de casa, la calle se estremecía, los vecinos se asomaban a las ventanas, los niños se refugiaban en las faldas de sus madres, todos contemplaban atónitos aquel centauro temeroso.

De lo que yo saco que, pues todas las dueñas son enfadosas e impertinentes, de cualquiera calidad y condición que sean, ¿qué serán las que son doloridas, como han dicho que es esta condesa Tres Faldas, o Tres Colas?; que en mi tierra faldas y colas, colas y faldas, todo es uno.

Hacia una parte había dos que eran nada menos que las señoritas Gunn, las hijas del negociante en vinos de Lytherley, vestidas a la última moda, con las faldas más ceñidas y las batas más cortas de talle. Las estaba examinando la señorita Ladbrook de los Prados Viejos con una vergüenza fingida no exenta de una contrariedad secreta.

Pero era tan majestuosa, por lo deleitable y absoluta, la soledad en que allí vivían, que de manera alguna quisieron abandonarla por completo, y á fin de evitar el peligro de helarse que podrían correr en las escarpadas rocas donde moraban, bajaron á inspeccionar las faldas de aquella misma sierra en busca de un paraje lo más próximo posible al Salvador, donde al abrigo de los elementos pudiesen continuar su vida de penitencia.

La artemisa con las tradicionales virtudes de sus jugos; la yerba buena con las delicadas emanaciones de sus ásperas hojas; el adusto romero con su salvaje independencia, adornan las faldas del coloso, esparciendo á su alrededor finísima fragancia. Cuando el ábrego hiere las copas de las casuarinas produce en sus delicadas ramas una armonía extraña y conmovedora.

El pueblo fué edificado sobre las riberas del rio Maniqui, como doce leguas al norte de San-José, é inmediato á las últimas faldas de la cordillera.

Al oriente, una sucesion de suaves faldas y colinas arranca desde la ribera misma del lago para irse levantando y detenerse á bastante distancia al pié de la cadena de Voirons, ondulosa y cubierta de praderas que han reemplazado los antiguos bosques del lado occidental, pero abruptas y severas por su vegetacion salvaje en el costado opuesto.

La alegría del campo, al verse libres de la mirada interrogante y severa de las mamas, convertíalas en niñas revoltosas, y a pesar de sus altos peinados, de sus faldas largas y ajustadas, correteaban, enseñando sus lindos pies y aleteando con sus enaguas como una bandada de pájaros.

La doctora se levantaba las faldas para evitar su contacto, lanzando al mismo tiempo risas nerviosas que disimulaban su terror. De pronto, Freya gritó, señalando con un dedo la base del antiguo altar. Una culebra de color de ébano, con el lomo moteado de manchas rojas, desenroscaba sus anillos sobre las piedras lenta y solemnemente.

La mujer, convencida de que el artista no llegaría á enterarse de los golpes del aldabón, desapareció en una revuelta del sendero. Poco después, su cabeza y el niño que llevaba en brazos surgieron sobre el filo de un muro. ¡Maestro! gritó . Un señor que le busca. ¡Una visita! Y volvió arreglándose las faldas, como si acabase de bajar de una escala de mano.

Palabra del Dia

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