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Actualizado: 20 de junio de 2025
Estos múltiples deseos, que se encerraban en uno solo, fueron expresados atropelladamente y con turbación por la muchacha, que era más que medianamente bonita, no por cierto muy bien vestida ni con gran esmero calzada. Temblaba al hacer sus preguntas y ponía extraordinario ardor en la expresión de su deseo. Sus ojos expresivos habían llorado, y aún lloraban algo todavía.
Parecía no tener edad, como las diosas o como las inmortales obras del arte. En sus expresivos y negros ojos ardía la llama de perdurable primavera y en sus mejillas tersas, sin el menor afeite, florecían las rosas de juventud sana, inmarcesible y sin término.
Era una muchacha de pocas carnes, morena también, de nariz un poco larga, boca pequeña, ojos negros expresivos y hermosa cabellera, cuyos rizos le caían por la frente en gracioso desgaire. Á esto contribuía el que la joven, ó por coquetería ó por distracción, no quitaba la mano de ellos atusándolos, retorciéndolos, martirizándolos sin tregua, lo mismo cuando hablaba que cuando escuchaba.
No puedo ver el famoso cuadro sin recordar a la doncella. Idéntico el óvalo del rostro, y la sonrisa, y la mirada, y los labios dulcemente expresivos. A las veces, después de pasar en mi cuarto largas horas, salía yo con el papel en la mano, aprovechando el momento en que Angelina se quedaba sola. ¿Versos? ¿Versos para mí, no es eso?
No le seducían sus ojos por expresivos, ni su boca por fresca, ni su talle por esbelto, sino toda ella por cierta atmósfera de melancolía que, circundándola como un ropaje ideal, daba a sus ojos apacible tristeza, y a su boca sonrisa resignada, y a su cuerpo entero una dejadez y laxitud en mayor grado poderosas y excitantes que la más espléndida hermosura o la más astuta coquetería.
Por último, había una tercera fotografía que no dejaba nada que desear. Allí estaba el joven señor clara, fiel y nítidamente retratado. Su rostro era hermosísimo. Los ojos eran grandes y expresivos; la barba parecía sedosa, abundante y muy bien cuidada y atusada. La nariz, un tanto cuanto aguileña, daba cierta majestad a su expresión.
Y obsequiada ya de este modo la familia, el vaso, el pan y el queso comenzaron á circular por la reunión entre murmullos muy expresivos, oyéndose de vez en cuando aquí y allá, bien por la chillona voz de una mujer, bien por la ronca de un hombre, la frase consabida «á la buena gloria del defunto». La jarra volvió á presentarse otra vez delante de la viuda.
En los del hombre no descubría presagio de infortunio; antes al contrario, estaban expresivos, atrayentes, llenos de promesas dulcísimas. En cambio ¡hay momentos en que las cosas hablan! el faldellín y las botas de raso parecían augurar más sinsabores que el coro de la tragedia antigua. Un reloj de cuco que había en el pasillo inmediato, dio pausadamente las tres de la madrugada.
Durante todo aquel día, tuvo Judit en la imaginación la figura del hermoso desconocido, con sus grandes y expresivos ojos negros, pues aunque, aparentemente, no le había mirado, no por eso dejó de examinar su apostura, sus maneras y hasta su traje. Creía estar oyendo aún aquella voz tan dulce, cuyas palabras habíanse grabado en su memoria.
Maximiliano no insistió en emplear vocablos muy expresivos. Comprendió que lo ridículo se le venía encima. No dijo más que: «Bueno, seremos amigos... Me contento con eso por hoy. Yo soy un infeliz, quiero decir, soy bueno. Hasta ahora no he querido a ninguna mujer».
Palabra del Dia
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