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Actualizado: 10 de julio de 2025


Los amigos le abrazaban con efusión; las amigas admiraban su porte varonil, aunque no faltó quien dijo que venía más ordinario; porque los gustos son muy varios. No hay para qué asegurar que las tales exclamaciones le sonaban bien. Durante algunos días gozó de la sorpresa de sus amigos y conocidos, paseando como en triunfo su rostro atezado por las tertulias y teatros.

Este Tragomer... Ahora comprendo por qué ha hecho marcharse á los demás... ¡Vaya un escándalo que hubieran armado! ¡Este que es asunto! Cristián, con mucha calma, le dejaba agitarse y hacer exclamaciones de asombro y esperaba que su interlocutor volviese á él, atraído por su violenta curiosidad.

Nieves prorrumpió en exclamaciones de entusiasmo, y Catana, con los ojos muy abiertos, se quedó como una estatua. Don Alejandro se gozaba como un chiquillo en el éxtasis de las dos.

En cambio, Villa hacía esfuerzos visibles por parecer amable con él, aunque sin conseguirlo más que a medias. Alguna vez se le tiene escapada ésta y otras exclamaciones semejantes: ¡Cómo me carga este chiquillo! ¡Parece mentira que usted le pueda sufrir tanto tiempo! Había que perdonarle esta injusticia por lo que el pobre debía de padecer.

Desanimado ya por completo, sin conservar esperanza alguna, volvía la espalda al salón, y, por completo abismado en sus reflexiones, nada veía ni escuchaba. No obstante, algunas ruidosas exclamaciones le sacaron de su éxtasis. Acababa de entrar en un palco una señora joven, cuya notable hermosura y espléndida toilette excitaron vivamente la admiración de todo el público.

Ruidosas exclamaciones alegraron y conmovieron nuestras filas.

Seguramente que ellos creerían que las hadas de la montaña les habrían hecho aquel regalo, escondiéndose después entre las sombras del bosque donde ellas viven. Habíamos caminado un buen rato, cuando oímos el eco de repetidas risotadas y alegres exclamaciones.

¡Bendita sea la mare que ha parió un mozo tan valiente!... Las amigas la aturdían con sus exclamaciones. ¡Qué suerte! ¡Y poquito dinero que iba a ganar su hijo!... La pobre mujer mostraba en sus ojos una expresión de asombro y de duda. Pero ¿era realmente su Juanillo el que hacía correr a la gente con tanto entusiasmo?... ¿Se habían vuelto locos?...

Lanzando exclamaciones de dolor, los romanos dejan en tierra a las sabinas y se apresuran a apartarse, ahogados de fatiga. Las mujeres poco a poco se calman, miran desde lejos con desconfianza a los romanos y cambian en voz baja impresiones. ¡Por la cabeza de Hércules! Estoy cubierto de sudor y parezco una rata de río. Creo que la mía lo menos pesa doscientos kilos.

Al oir estas palabras, un grito de júbilo estalló en la reunión. Todos palmoteaban; todos chillaban dirigiéndose exclamaciones de asombro y de gozo. ¡Tiene gracia! ¡Venir á un duelo y salir un casorio!... Á me daba el corazón que los dos se querían... ¡Y á ! ¡Y á ! El señor Rafael, loco de alegría, gritaba: ¡Vivan los novios!

Palabra del Dia

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