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El amor á su hijo y el patriotismo eran dos sentimientos profundos que, enlazados y confundidos, ocupaban todo su corazón. Bozmediano, hijo, que es el que más conocemos, era un joven de excelentes prendas; pero tenía un defecto que la edad disculpaba. Era tan aficionado á las muchachas, que el galantearlas entretenía la mayor parte de su vida, robando tal vez á la patria grandes servicios.

«El sutil talento de usted, señora o caballero, percibirá en seguida la diferencia enorme, inconmensurable, que me separa de los demás solteros, y su corazón preverá un éxito fácil. »Error grave, señora. »Hago a usted juez de la situación. »Hará unos tres meses, una de esas excelentes tías de que he tenido el honor de hablar, me hizo insinuaciones a propósito de un proyecto de matrimonio.

Este desarrollo de los sentimientos morales, ese llamar en auxilio de la virtud las mismas pasiones, es un recurso poderoso para obrar bien é ilustrar el entendimiento cuando le ofuscan otras pasiones. Hay en esta oposicion mucha variedad de combinaciones que dan excelentes resultados.

¡Qué gran Papa! exclamó la abuela llena de admiración. ...Isabel respondió en estos términos: « que el matrimonio es honroso, y el lecho de las esposas castas inmaculado; pero no puedo olvidar lo que dijo el apóstol San Pablo...» ¡Otra vez San Pablo! gruñó la abuela... ¡Qué santo!... «...Que hay que tener una santa emulación por los dones de Dios y desear los más excelentes.

Suponiendo conocido su argumento, y la incomparable maestría del autor en su composición, nos limitaremos, como ha hecho Damas Hinard en las excelentes notas, que acompañan á su traducción francesa, á señalar tan sólo como más notables algunas de sus bellezas aisladas.

Todo está en su punto, señor don Claudio, y nada falta ni sobra... ¡Para declararlo Catana como lo declaró anoche al tomar posesión de sus dominios!... De dos artículos de ello muy importantes, la manteca y el café, no hay que hablar, porque están a la vista las muestras, y ya hemos convenido en que son excelentes...

En París se separó de sus dos amigas; hizo una visita a Luz en su refugio, y gran acopio en ella de excelentes propósitos de enmienda, que se le entibiaron mucho con los aires del amino hacia su casa; y entró en Madrid, en septiembre, tan tranquila y sosegada como si no hubiera roto un plato durante el verano ni en todos los días de su vida.

Empero muchos y muchos pierden el tiempo miserablemente, jugando como los niños á conchas, á morrillos. Cuéntase que Escipión, el vencedor de Cartago, y Terencio, cautivo escapado del naufragio de un mundo, recogían conchas en la playa, amigos excelentes en la indiferencia y abandono del pasado.

Así el Gran Capitán, el cual se preciaba de esto más que de todas sus victorias y más que de sus excelentes hazañas, en paz y en guerra, por las cuales quedan por bajo de él en grandeza de ánimo, en saber y en toda virtud, los príncipes, héroes y monarcas de aquellos días.

En un clima intermedio que no es ni Norte, ni Mediodía, ni Bretaña, ni Vendée, he visto y vuelto á ver con alegría el precioso y grave abrigo de Pornic, sus excelentes marinos, sus agraciadas muchachas, encantadoras bajo sus gorras puntiagudas.