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Actualizado: 22 de octubre de 2025


Natural es que, después del triunfo, el partido vencedor se subdivida en fracciones de moderados y exaltados; los unos que quieren llevar la revolución en todas sus consecuencias; los otros, que quieren mantenerla en ciertos límites. También es del carácter de las revoluciones que el partido vencido primeramente vuelva a reorganizarse y triunfar a merced de la división de los vencedores.

Las puertas vomitaron negras oleadas de gente que, al desparramarse por las aceras, respiraba con delicia el aire puro de la noche, y en pocos momentos la ancha nave quedó vacía. Algunos exaltados elogiaban el sermón. Es un padre nuevo. No le conocía. Ni yo: ¡qué valiente ha estado! Es de los finos. ¡Ojalá hubiera muchos así en los pueblos!

Hay otros que llamaremos «intrépidos», muy expeditivos en sus procedimientos, que quieren llevar las cosas a paso de carga, hombres impacientes, exaltados, audaces, de sensibilidad tormentosa y hasta huracanada.

Su fama entonces era grande, y entre los patriotas exaltados gozaba de mucha popularidad, conquistada por sus artículos políticos y proclamas patrióticas. Era de fisonomía dura y basta, moreno, con vivos ojos y gruesos labios, signo claro esto, así como su frente lobulosa, de la viril energía de su espíritu. Reía poco, y en sus ademanes y tono, lo mismo que en sus escritos, dominaba la severidad.

Si el cutis moreno, inalterable y terso de María, hubiera podido revestirse de otro colorido, la púrpura del orgullo y de la satisfacción se habría hecho patente en sus mejillas, al escuchar estos exaltados elogios en boca de tan eminente personaje y competente juez.

No es fácil decir si en la época en que lo presentamos era verdadero demagogo ó simplemente un absolutista disfrazado, como otros muchos. Lo cierto es que hacía alarde de las más exageradas opiniones, y sus discursos, pronunciados en Lorencini, eran elocuentes y fanáticos. Conspiró mucho con los liberales exaltados contra el gobierno Feliú, y después contra el gobierno de Martínez de la Rosa.

El que estaba en la tribuna logró dominar el ruido y pudo hacerse oír; pero bien pronto los gritos ahogaron de nuevo su voz. Trataba de la vergonzosa derrota que habían sufrido los exaltados ante la autoridad de Morillo, y algunos habían llevado esta cuestión á un terreno personal.

¿Pero quién, pero quién? dijo Fernando fingiéndose incomodado, y lo estaba en realidad, aunque por causa distinta. Esos exaltados, enemigos constantes del Gobierno de V.M., porque no les permite llevar el uso de los derechos hasta el desenfreno. ¿Pero qué piden esta noche?

Ya vió usted lo que dijo el otro día el jefe de los exaltados allí. Estamos convenidos. Bien dijo Elías. Grandes turbas de gente obedecen ciegamente nuestro mandato. Eso bueno tienen las ideas exaltadas: que es muy fácil llevar al pueblo al terreno de los hechos, incitándole con ellas. El pueblo se deja llevar, y le gusta que le lleven.

Estos mercaderes sólo interrumpían sus críticas para oír con religioso silencio la música de Wágner golpeada en el piano por las niñas de la familia. Un amigo con voz de tenor cantaba Lohengrin en catalán. El entusiasmo hacía rugir á los más exaltados: «¡El himno... el himnoNo era posible equivocarse. Para ellos sólo existía un himno.

Palabra del Dia

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