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Actualizado: 21 de junio de 2025


Terminaron los gozos. Con la última estrofa desapareció la cerril cantante, y la enferma se incorporó trabajosamente, poniéndose en pie tras varias tentativas dolorosas.

Y consignó uno de aquellos, que «en una de las sesiones oratorias, le sirvió de tema el pueblo de Israel, y con lenguaje expresivo y sublime enarró las maravillas de aquel pueblo excepcional»: que no era posible decir cosas más hermosas y poéticas, pero «que cuando el orador se consideró en la cumbre del monte Nebo y presentó al pueblo israelita y a Moisés contemplando la tierra prometida, su elocuencia fue nueva, sorprendente, y lo sublime parecía poco ante aquel espíritu transfigurado por el pudor cuasi divino de las ideas». Fue en Venezuela que dijo, hablando de la independencia de América: «El poema de 1810 está incompleto y yo quise escribir su última estrofa». Luego Martí, no pudiendo amoldarse a las exigencias del Gobierno de aquella República, del cual era entonces Presidente el general Guzmán Blanco, salió de allí, despidiéndose en una carta bellísima de los venezolanos que amó.

La índole de esta composición hace presumir que se representaba con canto, recitado, baile y música instrumental, formando todo un conjunto homogéneo. Los versos son duodecasílabos, y cada estrofa se compone de ocho versos.

Se han escrito muchos poemas excelentes sobre la venida del Príncipe, demasiado largos para copiarlos, aunque no haré lo mismo con la estrofa siguiente de Lope de Vega... Una vez á la semana vienen cómicos al palacio, en donde bajo un gran solio se sientan en medio la Reina y la Infanta, nuestro Príncipe y D. Carlos á la derecha de la Reina, el Rey y el pequeño Cardenal á la izquierda de la Infanta.

Tres hombres cantaban primero una estrofa; todos respondían con el estribillo, y luego tres mujeres cantaban otra, y así sucesivamente. Confieso que en aquella escena salvaje, pero llena del encanto de la fe y la piedad, encontré mas poesía y mas religión que en los cantos del vapor Bogotá.

¿Porqué ha de ser la vida cadena de amarguras? ¿porqué todos nosotros hemos de padecer? Dime, ¡oh rey de los astros que radiante fulguras! ¿porqué gime lloroso el infante al nacer? Contemporáneo. Posee el título de abogado. Tus lágrimas enjuga, amada mía, y escucha los gemidos del amante que te alza una rosa lacerante en cada estrofa de su poesía.

Cuando terminó su última estrofa en vascuence, con una entonación aguda, todo el concurso prorrumpió en risotadas, que contrastaban con la gravedad del cantor.

Considerada bajo este punto de vista, hay pocas ocupaciones mas serias que la del poeta, que en cada sílaba, en cada verso, en cada estrofa, gasta tal vez un minuto, una hora, un dia de su existencia, viviendo en un solo momento lo que otros en un año.

La puerta del salón está cerrada, pero oigo que detrás de ella andan y hablan en alta voz... Conozco muchísimo ese paso y esa voz... Me detengo un instante en el corredorcito enjalbegado con cal, puesta la mano en el pestillo de la puerta, muy emocionado. El corazón me palpita. ¡Qué impresión! Ahí está. Trabaja... ¿Esperaré que termine la estrofa? ¡A fe mía, tanto peor! ¡Adentro!

La labor fácil les ha hecho perder el sentimiento de lo bello, de lo concluido, de lo verdadero y expresivo. ¡Cuántas noches ha costado a Byron cierta estrofa que hoy vemos desenvolverse con una soltura y elegancia tal, que parece haber nacido de una pieza, como la Minerva griega! ¡Un manuscrito de Goethe o Schiller impone un grave respeto: ¡qué esfuerzo, qué tenacidad en la lucha contra la forma rebelde que no expresa, que no quiere expresar el pensamiento! ¡Quién creería que el maestro típico de la espontaneidad, el cantor de Vauclusa, el divino Petrarca, que ha escrito más sonetos que estrellas tiene el cielo, labrase el verso como Gioberti el bronce! . ¿Y Musset y Hugo mismo?

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