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Actualizado: 16 de junio de 2025


Este ternero lo has traído de la Inclusa para engarnos... ¡Ah!, estos proteccionistas no son más que contrabandistas disfrazados». Criáronle con regalo y exquisitos cuidados, pero sin mimo. D. Baldomero no tenía carácter para poner un freno a su estrepitoso cariño paternal, ni para meterse en severidades de educación y formar al chico como le formaron a él.

Podía distinguir todos los objetos de su choza, pero su oro no estaba allí. Se llevó de nuevo las manos trémulas a la cabeza y lanzó un grito salvaje y estrepitoso, el grito de la desesperación.

Himno de muerte parecía el rugido de sus armas, y en su mismo estertor... ¡ay! frente a ella irguióse su conciencia: ¡cuán manchada! Entonces, al clangor estrepitoso que producían, al herir, las balas, veía al pueblo defender sin miedo la idea que tus párrafos inflama.

«¡Ay!, qué pocos alientos me da usted... Y para colmo de desdicha, ayer tarde me hizo Eponina un escándalo. Si lo que a me pasa no le pasa a nadie... Me ha puesto unas cuentas... de lo más estrepitoso... Por una hechura ¡dos mil reales!, por avíos de aquella bata, sólo por avíos, ¡mil quinientos!... Es para matarla...».

Mas al terminarse el acto, cuando el célebre ¡Ah maledetto! del tenor, el tío Manolo tuvo la desgracia de soltar un gallo. Nunca había dado las notas altas muy claras y las temía mucho. En el auditorio se levantó un leve murmullo, al cual siguió un estrepitoso aplauso en testimonio de simpatía y perdón. Rivera, sin embargo, se desconcertó completamente y cantó lo que quedaba rematadamente mal.

Entonces la señora dió voces, alborotóse el vecindario, acudió la ronda, y con universal sorpresa hallaron moribundo al honrado Vilches, quien cantó de plano y denunció a sus compañeros de empresa. Todos se hicieron lenguas del arrojo de doña Feliciana, y en Lima no se hablaba de otra cosa. De haber habido periódicos, la habrían consagrado estrepitoso bombo en la crónica local.

Faroles de papel recortado brillaban por todas partes entre la obscuridad; la juventud tomaba puesto, y en seguida, a un redoble de los tamboriles, comenzó alrededor de las llamas un corro desenfrenado, estrepitoso, que no había de cesar en toda la noche. Después de cenar, sumamente rendidos de cansancio para correr de nuevo, subimos a la alcoba de Mistral.

Fue cosa del hígado, del corazón o del estómago; sobre esto no se pusieron de acuerdo los doctores; lo único indiscutible fue que cayó lánguidamente y sin ruido, como esos pájaros a quienes el lazo traidor arranca del espacio para encerrarlos en una jaula. Fue un luto estrepitoso el de doña Manuela.

Inflamó mas y mas los ánimos la aparicion de una palma que formó una nube sobre el templo de nuestra Señora del Pilar, y habiéndose reunido en aquella plaza con este motivo un numeroso concurso, acudió tambien el Capitan General D. Jorge Juan Guillelmi, ora fuese por curiosidad, ora por evitar cualquiera funesto acontecimiento: pero aun no habia parado el coche, cuando resonó con un estruendo estrepitoso el grito de las armas.

En mi derredor la efervescencia de aquella patriótica alegría, de aquel entusiasmo febril, causaba estrepitoso oleaje. Allí la persona humana había desaparecido, fundiéndose en el hermoso conjunto de la sociedad o la nación, que era sin duda la que conmovía a la tierra con sus gritos de gozo.

Palabra del Dia

rigoleto

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