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Actualizado: 19 de julio de 2025


Duerme, duerme, ciudad: duerme tranquila tu tranquilo sueño. No quieras oir otra vez tus espantosos infortunios: no quieras recordar de nuevo tan sangrienta historia. Se estremecen de horror hasta los que la leen en el silencio de sus corazones: ¿qué no sufrirías que tienes aun impresa en tu cuerpo la roja huella de los que á la sazon le precipitaron al fondo de un abismo?

Mas ; los elementos obedecen sólo una ley, y ante ella, cual el suelo, los infinitos mundos se estremecen. Mintió quien en tu sér forjó su anhelo... Mas... ¿por qué mis pestañas se humedecen al levantar los ojos hácia el cielo? A mi ruego tenaz por fin rendida, ella, oculta en la sombra, me esperaba, y yo, de orgullo y gozo el alma henchida, buscándola, en la sombra caminaba.

La espesa red de verdura oscila lentamente por la presión del aire que arrastra el agua al caer, y las lianas aisladas, cuyas extremidades se bañan en los remolinos de espuma, se estremecen incesantemente. Los pájaros hacen su nido en este follaje y se dejan balancear por el aire.

»Los bárbaros de las regiones del hielo se estremecen de placer en sus pellizas esperando que un pontífice romano ponga en la diestra de Károloh el globo de Constantino; pero las hermosas hijas del Yemen celebran con las zambras y cantares de sus alméas las victorias de los hijos de Ismael, que por la virtud del Koran se abren las puertas del Oriente y del Occidente.

Se dirigen miradas significativas, sonríen con desprecio, se hablan al oído. Mientras tanto, los feroces bigotes del jubilado de Ultramar se erizan, se estremecen con leve temblor que se comunica a sus labios y de ahí al resto del organismo.

Las grandes se estremecen de cólera, beben en los raudales que se escapan del pozo, se alejan para dar un paseo inútil por las ramas y regresan, cada vez más inquietas y agresivas. Al fin, atacan á la dueña de la fuente, pretendiendo expulsarla para aprovecharse de su trabajo. Muerden al músico en el extremo de sus patas, le tiran de las alas, montan sobre su dorso para pellizcarle las antenas.

Pero no es eso, tío, lo que me trastorna el alma, pues la tengo bien trastornada, puedes creérmelo; ante mis ojos brotan chispas sin interrupción; los calofríos me estremecen todo el cuerpo y la sangre me bulle en las venas, como fuego. Y al mismo tiempo estoy muy tranquilo; veo con claridad y precisión las cosas.

Palabra del Dia

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