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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Y preguntándole el Comandante, ¿qué trecho habria desde donde estabamos acampados, á donde congeturaba estaban los enemigos? le respondió que de seis á ocho leguas.

Pero ahora, después de Lutzen y Bautzen, en vez de tranquilizarse, la gente le recibía a uno con cara de mil demonios; no se podía obtener nada sino por la fuerza; cualquiera hubiera dicho que estábamos en España o en Vendée.

Y a ti te pasará lo mismo. ¡Vaya si te pasará...! Vendiendo el huerto para hacerte dueño de Las Tres Rosas y casarte con esa chica, que, según tengo entendido, es buena persona, hubieras dado gusto a tu tío. Y si te faltaba algo, aquí estaba yo para responder. Conque hubieras venido a decirme: «Tío, necesito esto, lo otro y lo de más allá», estábamos al final de la calle.

Estábamos en Sanchidrián, á veinticinco leguas de Madrid, al otro lado de la cordillera del Guadarrama. ¡Bien nos habíamos portado! ¡Cinco horas de sueño de un tirón! Decía que estábamos en Sanchidrián, y que el aguijón del hambre nos había despertado. ¡Oirlo nosotros, y bajar el cristal de la ventanilla, todo fué una sola cosa!

A poco rato de haber llegado este oficial, divisamos un grande fuego que los indios enemigos hicieron, que naturalmente fué hecho para que en caso que los siguiesemos no pudiesemos dar con sus huellas: pero atendiendo á que estabamos enteramente sin bastimento alguno, nos vimos precisados á retroceder, y solo dimos lugar á que los indios amigos acabasen de pasar á esta banda, y á estas mismas horas, que serian como las cinco de la tarde, se dio orden para marchar.

Luego pasamos el hondo río Jaranda, por el tosco, sabio y gracioso Puente de la Calva, y principiamos la ascensión á Jaraiz, risueña y populosa villa, por cuyos arrabales desfilamos á eso de las ocho. Estábamos á una legua de Yuste. Esta legua recorre un país abrupto, selvático, atroz; pero pintoresco á sumo grado.

Me acerqué a algunas estancias por saber algo de cierto, creyendo que en tantos años esto se hubiera compuesto; pero cuanto saqué en limpio jué que estábamos lo mesmo. Ansí, me dejaba andar haciéndome el chancho rengo, porque no me convenía revolver el avispero; pues no inorarán ustedes que en cuentas con el gobierno tarde o temprano lo llaman al pobre a hacer el arreglo.

Apenas estuvo sola con Herminia, la cara de la señorita Guichard cambió de expresión y poniéndose sonriente, dijo: He aquí una feliz sorpresa, ¿no es verdad, hija mía? ¿ no esperabas ver aquí al tutor de Mauricio el día de tu matrimonio? ¡Oh! Estábamos seguros, Mauricio y yo, de que os reconciliaríais, respondió Herminia con convencimiento.

Estábamos en el comedor conversando, cuando a Camucha se le ocurrió hablar de mi antigua pasión por José Luis. Yo sentí como si me dieran un golpe en el pecho y no pude dejar de mirar a Julio.

A la mañana siguiente, mientras estábamos almorzando, llegó un muchacho mensajero con una tarjeta de Mabel, en la que me pedía que fuese en el acto a su casa.

Palabra del Dia

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