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Actualizado: 7 de junio de 2025
«Bajo la ígnica cruz del cristianismo «Que corona tu domo, el despotismo «Yace herido del rayo popular, «Y la divina imágen que soñaron «Los hombres que tu basa levantaron «Le oprime con su planta de titan.» Es mi barco mi tesoro, Es mi Dios la libertad. Espronceda. Es una linda goleta Ligera como la brisa, Que en el Plata se desliza Cual fantástica vision.
Con Espronceda, Ros de Olano, Enrique Gil y Florentino Sanz asistía al cenáculo del café del Príncipe, amable lugar donde se forjaron algunas de esas queridas narraciones que tanto nos han emocionado en nuestros primeros devaneos sentimentales, cuando pasábamos horas enteras devorando las pintorescas ediciones de Gaspar y Roig.
Para el héroe legendario es una gran fortuna que un poeta de mérito se apodere de él, pero mayor fortuna aún es la del poeta que logra dar con el héroe. Don Juan debe mucho a Tirso, y Tirso más a Don Juan, Lisardo a Espronceda y Espronceda a Lisardo. Del mismo modo debe mucho Fausto a Goethe y Goethe a Fausto.
No sé si, como aseguran cuerdos jueces, volvemos en América al romanticismo de Espronceda, si otra vez repetiremos el «románticos somos» de Rubén Darío, del Rubén envejecido y suspirando por la juventud que se acabó.
Espronceda, en una de sus más populares composiciones, se nos presenta en una orgía bebiendo vino, acariciando a cierta dama a quien dirige más insultos que piropos, y mostrándose desesperado, negándolo todo, sin creer y sin esperar nada sino la paz de los sepulcros; pero el poeta nos indica en seguida la causa de tanto mal y nos deja turulatos.
Ambos caballeros se despojaron de las largas capas y de los sombreros de ala plana. El cronista se finge el rostro pálido, demacrado de Espronceda, con los ojos ardiendo en la fiebre de su constante delirio sensual, iluminado por la luna. Tal vez llevara dentro su cerebro un rayo lunático y visionario, quien pasó por la tierra enamorado líricamente de la pálida Prometida.
Aquélla era, en verdad, la Salamanca fantástica que recorrió el D. Félix de Montemar de Espronceda, cuando iba en pos del blanco espectro de Doña Elvira..... Cruzan tristes calles, Plazas solitarias, Arruinados muros..... Etc., etc. Aquellos eran los campanarios que lo seguían, agitando sus esquilones, Como mulas de alquiler Andando con campanillas.....
Palabra del Dia
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