United States or Suriname ? Vote for the TOP Country of the Week !


Os iréis solos, porque a se me acaba la paciencia y no espero. Pues no hay más vivo remedio, Señor Don Juan Manuel. Para vosotros, que yo me voy a pie desde aquí a Flavia-Longa. ¿Con esta noche? ¡Qué me importa la noche! Son tres leguas, cerca de cuatro. Tres horas de camino. Tres horas si fuera día claro, pero con tanta oscuridad....

Corre y se oculta, porque tiene miedo de algo que hay en tu pecho. Mira ahora: allí está jugando, á una buena distancia de nosotros. Quédate aquí, y déjame correr á para cogerla. Yo solamente soy una niña. No huirá de porque aun no llevo nada sobre mi pecho. Y espero que nunca lo lleves, hija mía, dijo Ester.

Hasta a don Lucas, un solterón bondadoso y tranquilo, recordó Peñálvez que lo intimidaba muchas veces, disponiendo y arreglando a su gusto las cuestiones caseras... Comprendiendo Peñálvez que su salvación dependía de la Pepa, esperó conmoverla y propiciársela... Al efecto, tomó la actitud más triste, dejando correr las lágrimas del miedo.

19 Mas espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo, entendido vuestro estado. 20 Porque a ninguno tengo tan unánime, y que con sincera afición esté solícito por vosotros. 21 Porque todos buscan lo que es suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. 24 y confío en el Señor que yo también iré pronto a vosotros.

Volvió á salir secretamente por el postigo, llegó á la calle á donde daban las rejas posteriores de la casa de la duquesa, reconoció aquélla por donde había hablado Esperanza cuatro horas antes, la dejó atrás y se detuvo junto á la última y esperó.

En vano esperó, con loca esperanza, ver a la Regenta presentarse en la capilla, por casualidad, por impulso repentino, como quiera que fuese, presentarse, que era lo que él quería, lo que él necesitaba.

Dos grandes lágrimas se desprendieron de sus ojos, mientras murmuraba tímidamente: ¡He rezado tanto!... ¡He llorado tanto!... ¡Es verdad!... ¡Pero ha mentido tanto!... ¡Ha rodado tanto!... Dios puede hacer un milagro... Y el hombre puede hacerlo inútil. Yo espero que no... Yo temo que . ¿Pero a ti quién te lo dice?... ¿Y a ti quién te lo asegura?

La primera obra seria de Alfredo Capus fué una novela titulada «Quien pierde, gana», á la que siguieron de cerca otras dos: «Falsa partida» y «Años de aventuras». Aquellos libros pasaron inadvertidos ante el gran público. Capus, que sin duda conocía el mérito de su trabajo, esperó, sin abatimiento ni pesadumbres, á que la crítica le hiciese justicia.

Al despedirme de ella, la estreché la mano y le dije con energía: Siento que su cariño de usted me traerá la dicha y espero encontrarme pronto en estado de poder asegurar a usted la dignidad de vida y la tranquilidad de espíritu a que tiene derecho. Luciana respondió a la presión de mi mano: Eso es; esperemos con paciencia el momento favorable para realizar nuestros proyectos.

Rompió el sobre y leyó: «Voy a decirle adiós, Huberto, y espero que su pesar no será grande. No quiero abusar de su buena fe; he dejado de ser la María Teresa de quien usted gustó, hace un año.