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Antes de esta imitacion de Byron, habia aparecido una traduccion de don Juan María Gutierrez, de la cual el autor tomó el siguiente giro poético: Se hallan dos corazones Tan fuertemente unidos, Que unos y otros latidos Se escuchan á la par.

Yo soy don Quijote de la Mancha, cuyo asumpto es acudir a toda suerte de menesterosos, y, siendo esto así, como lo es, no habéis menester, señora, captar benevolencias ni buscar preámbulos, sino, a la llana y sin rodeos, decir vuestros males, que oídos os escuchan que sabrán, si no remediarlos, dolerse dellos.

Por esto el alabarse á mismo es gradísima necedad, porque como cada uno se estima tanto, creen los demas que se alaba por amor propio, y por la estimacion que se tiene, y no con justicia; y como el que se alaba irrita al amor propio de los demas, él mismo hace que los que escuchan las alabanzas, las miren con tedio, como opuestas á su grandeza, y así estan menos dispuestos á creerlas.

Por las calles y plaza á las ventanas Se ponen, que es contento de mirarlas: Con ricos aderezos, muy galanas, Y pueden los que quieren bien hablarlas, No se muestran esquivas, ni tiranas, Que escuchan á quien quiere requebrarlas, Y dicen el rebozo chistecillos, Con que engañan á veces á bobillos.

En pocos minutos queda la carretera desierta. Los peones, que como es natural permanecen rezagados, escuchan algún tiempo el ruido de los coches, como un rumor distante de olas que se estrellan. Era ciego de nacimiento. Le habían enseñado lo único que los ciegos suelen aprender, la música; y fue en este arte muy aventajado.

El cumintán tiene algo de salvaje, algo que hace volver la vista á los agrestes bosques en que se escuchan sus acordes. Tiene sus reminiscencias de las antiguas cántigas moriscas, recordando no pocas veces el gemir del polo gitano. El cumintán nació con la primera guitarra que se oyó en estas playas.

La música religiosa en España ha marchado paralelamente con la ópera italiana, cosa que ignoran esos señores canónigos que se indignarían si en una misa les tocase algo de Beethoven, por considerarlo profano, y escuchan con unción mística fragmentos que han rodado hace años por los teatros de Italia. ¿Y el canto llano?, preguntará usted. El canto llano tiene su nido en esta Primada.

Á poco las tiendas arden, gritos de muerte se escuchan, presto los tristes no luchan degollados en monton, y Ayela, de horror transida, entre unos brazos se siente, y ve una mirada ardiente que la hiela el corazon.

Los que escuchan a Rocchio el corredor, ante este alud de nombres y de fortunas, que ven desaparecer en el abismo del agio, se dicen, allá en su fuero interno: ¿Quién de nosotros caerá mañana? Y las orejas gachas, se separan con apretones de manos silenciosos.

Y es de la raza de aquellos hombres de que en otro tiempo se creaban los caballeros industriales. Usted exagera, señor respondió Juan; cristalero, sea, pero caballero, no. ¡Esta denominación le sienta a usted mejor que a ! , yo amo a nuestra querida cristalería. Solamente que comprendo que no se diviertan mucho los que nos escuchan cuando hablamos.