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Actualizado: 4 de junio de 2025
Allá en las marismas de Palomares, don Víctor solía echar de menos el teatro. «¡Si el tren saliese dos horas antes, menos mal!». Frígilis no echaba de menos nada. Su devoción a la caza, a la vida al aire libre, en el campo, en la soledad triste y dulce, era profunda, sin rival: Quintanar compartía aquella afición con su amor a las farsas del escenario.
La autoridad no se opuso á este pacto, y desde entonces siguieron juntas, y ambas cofradías gozaron de las ventajas de este privilegio en la forma indicada. En el fondo estaba el escenario; la mayor parte de los espectadores ocupaba el patio, y los asientos preferentes eran las ventanas del edificio y de las casas inmediatas.
También se situaban algunos bancos en el teatro, que servían á los actores para descansar en los intermedios. Los asientos de los espectadores estaban ordenados por filas, elevándose hacia atrás gradualmente, y distinguiéndose unos de otros por nombres religiosos, iguales á los de los compartimientos del escenario; el conjunto de los más altos se denominaba Paraíso.
La condesa d'Aulnoy, con ocasión de una visita, que hizo en Toledo al cardenal Portocarrero, se expresa de este modo: «Cuando volvimos á la habitación del Cardenal, nos llevaron á un salón espacioso, parte del cual estaba ocupado por muchos caballeros, y la otra parte por muchas damas. Levantábase allí un escenario.
Y es que todos los artistas, aun los más independientes y de personalidad más firme, son esclavos de la multitud; el gran enemigo cuya voluntad multiforme palpita hostil en la amplitud de la sala. Otras noches, en cambio, «el público está bueno». ¿Por qué? Tampoco se sabe; pero es así, y actrices y actores acuden entonces al escenario rientes y tranquilos, como á una fiesta.
Pero, a pesar de su proximidad al fuego, sentía frío. ¡Cuántas noches pasara largas horas en el mismo sitio, fija la mirada en la rojiza lumbre! A veces, los encendidos leños asumían formas que su imaginación trocaba en personas y sucedidos reales, y de esa manera convertía aquel hogar en escenario, en el cual se representaba a menudo el tétrico drama de su vida.
Pero en realidad en esas grandes ciudades el estudiante tiene mucho de cosmopolita, se mezcla demasiado al movimiento del mundo, se deja dominar por las exigencias de la moda y pierde mucho de su tipo, casi ahogado ú oscurecido por la grandeza del escenario. En las pequeñas ciudades alemanas que tienen Universidades muy notables, sucede lo contrario.
Tanto, que una noche, en Calatayud, me arrojaron todo ese hierro al escenario, como símbolo de mi habilidad. Por poco se hunde el tablado. Guardo esa cadena como el mejor recuerdo de mi efímera vida artística.
No hay más estamento que el de procuradores, en que entrarán todas las clases de la sociedad. ¿Y dices que están pintando el teatro? Sí, señora. Le han puesto unas cenefas amarillas y encarnadas que hacen una vista así como de escenario de titiriteros en feria... En fin, monísimo. Para esta festividad quiere sin duda el Sr.
Esta debe ser una de las que me ha hablado Dorotea dijo el joven para sí . Y es hermosa esta muchacha... si no fuera tan desenfadada... Y se volvió á mirar hacia el escenario, donde trabajaba Dorotea. Don Bernardino se encontraba relegado á un último lugar: la comedianta delante, detrás Juan Montiño, y él á sus espaldas. Permitidme, caballero dijo don Bernardino. Juan Montiño no se movió.
Palabra del Dia
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