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Actualizado: 23 de junio de 2025


Ya sabrá usted la continuación por los periódicos y por la carta adjunta que los oficiales de la Náyade se han tomado la molestia de enviarme. Lamento sinceramente la muerte del mandarín Gu-Ly. Si viviese aún, le aseguraría un plato de nidos de golondrinas para el resto de sus días.

Debo decir a Vd. que soy oriundo de la provincia de Álava, una de las tres vascongadas, y mis padres fueron honradísimos labradores, que murieron teniendo yo muy pocos años, razón por la cual una tía a cuyo cargo quedé se apresuró a enviarme a México, donde sabía que mi susodicho tío había reunido, merced a su trabajo, una regular fortuna.

¡Y si no está usted contento, añadió Mauricio, puede usted enviarme su hijo! No, señor, declaró enfáticamente Bobart. Soy muy suficiente para vengar yo mismo mis injurias. Usted sabrá lo que cuesta tener que habérselas con un hombre como yo.... ¡Los clientes de usted lo han sabido muy bien, maestro en vilezas! dijo Roussel.

No he montado en mi vida un animal más noble y generoso que aquel bayo soberbio que mi amigo J. M. de Francisco tuvo la amabilidad de enviarme a la puerta de mi casa, aparejado a la orejón, como si dijéramos a la gaucha.

Cuando no era buena, me amenazaban con enviarme a su lado. ¿Quién? ¿La señorita de Boivic? ... y también Marivette. Convertido Lacante en el coco, ¿con qué alegría debe considerar esta niña la perspectiva de ir a vivir con él? Le han dado a usted de él una idea muy falsa...

Mis advertencias lo convencieron, y en recompensa del trabajo que me tomé con su famosa Memoria, me prometió al marchar enviarme una tragedia japonesa del siglo XVI, preciosa obra maestra desconocida por completo en Europa, y que había traducido ex profeso para su amigo Meyerbeer. Cuando murió el maestro, se disponía a escribir la música de los coros.

Quiero guardar para solo, substrayéndolo a toda mirada extraña, el tesoro que Dios se digna enviarme. »Mucho tiempo he pasado en la incertidumbre; pero hoy ya los síntomas no ofrecen la menor duda: estoy atacado de una cerebritis, de una de esas raras dolencias que siguen casi siempre a un dolor moral intenso.

Riéronse todos, y la Dolorida prosiguió: -Y este tal caballo, si es que Malambruno quiere dar fin a nuestra desgracia, antes que sea media hora entrada la noche, estará en nuestra presencia, porque él me significó que la señal que me daría por donde yo entendiese que había hallado el caballero que buscaba, sería enviarme el caballo, donde fuese con comodidad y presteza.

En una mañana del mes de Febrero de 1810 tuve que salir de la Isla, donde estaba de guarnición, para ir a Cádiz, obedeciendo a un aviso tan discreto como breve que cierta dama tuvo la bondad de enviarme.

Esta fué la ménos fatal aventura de mi vida, pues no hiciéron mas que enviarme á Macao, donde me embarqué para Europa. Fué preciso calafatear el navío en la costa de Golconda, y me aproveché de la oportunidad para ver la corte del gran Aurengzeb, de quien se contaban entónces mil portentos.

Palabra del Dia

bocanada

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