Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de julio de 2025
Y, como si esperase hallar con el movimiento alguna de esas ideas que se ocurren de repente al volver una esquina o brotan en medio del arroyo, lanzóse a la calle después de encerrar en la cómoda todos los papeles, y siguió por el bulevar des Capucins, y entró por el de la Magdalena, y recorrió luego toda la calle Real, y entróse después por un laberinto de calles desconocidas, para volver a las dos horas al hotel, rendido, fatigado, sin haber pensado nada ni decidido nada tampoco...
Bien: ellas salen; probablemente la dejarán encerrada, ¿Cómo entro yo? ¿Voy á estar descerrajando puertas? No, señor: usted entrará cómodamente y sin ruido. A ver como es eso, diablo de abate. ¿Recuerda usted aquel vestido de abate que yo tenía allá por los años 10 y 12? ¿Qué he de recordar yo? dijo Claudio, picado y curioso.
Apostóse el joven Otra vez detrás de la esquina de la calle de las Negras, y les vió entrar en la propia casa. Al poco rato entró otra persona, después tres, después dos; en fin, los mismos de la noche anterior.
El amo sujetaba al perro, y á despecho de sus alaridos y convulsiones, le untamos bien todas las quemaduras. Luego, temblando de dolor, entró en su casa detrás del amo. Una de las mujeres que asistieron al lance, dijo algunas palabras á mi compañera, que la contestó en buen castellano: no la entiendo á usted.
Entró en la sala que también estaba a oscuras, penetró en el gabinete de su tía, que a la misma boca de lobo se igualara en lo tenebroso, y allí se le redobló la facundia, y la energía de sus declamaciones rayaba en frenesí.
14 Y he aquí que yo entro hoy por el camino de toda la tierra; sabed, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no se ha perdido una palabra de todas las buenas palabras que el SE
Dicho esto, le entró una congoja y una convulsioncilla de estas que las mujeres llaman ataque de nervios, por llamarlo de alguna manera, seguida de un espasmo de los que reciben el bonito nombre de síncope. Fue preciso traerle un vasito de agua, desabrocharle el corsé, y no sé qué más. Pero yo... ¿cómo...? exclamaba Rosalía, mucho después, espantada , ¿cómo puedo yo...? Pidiéndolo a D. Francisco.
Le Tas le retuvo a su lado por los encantos de la conversación. Le preguntó si estaba contento de sus negocios, y le respondió como hombre disgustado de la vida. Nada le había salido bien desde que estaba en el mundo. Había servido como groom y su dueño lo despidió. Entró después como aprendiz en casa de un mecánico y la susceptibilidad de algunos clientes le hizo abandonar el establecimiento.
Aquella noche, después de comer, fueron todos a casa de doña Casta, donde debían reunirse para ir a paseo. Pero a poco de estar allí, entró Ballester diciendo que se había levantado un airote muy fuerte y amenazaba tormenta, por lo que unánimemente se acordó no salir; se encendió luz en la sala, y doña Casta dijo a Olimpia que tocara la pieza para que la oyeran Maximiliano y Ballester.
El primer visitante entró con la cabeza cubierta, pero al girar una mirada en torno suyo se descubrió, y así, inconscientemente, dio el ejemplo a los demás, pues en tal comunidad de gentes, las acciones buenas y malas tienen efecto contagioso.
Palabra del Dia
Otros Mirando