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Actualizado: 24 de junio de 2025


Enseguida me entregó las dos llaves, sin consentirme la menor palabra en contra de su decisión irrevocable.

Enseguida de éstos, aparecieron en la salona otros dos personajes de gran cuenta, que me impusieron mucho por su apostura y atalajes, tan diferentes de todo lo que se usaba por allí y de lo que a la sazón me rodeaba. Eran nada menos que el ilustre caballero don Román Pérez de la Llosía y su yerno don Álvaro de la Gerra. Iban desde Santander, donde residían, y habían hecho el viaje en dos jornadas.

Y en esta tarea empeñado, tenía a veces inesperadas y súbitas salidas de su carril, aunque no del campo de sus disertaciones, verdaderamente geniales. Y enseguida vinieron las probanzas originalísimas.

Te remito el manifiesto brevísimo que acabo de dirigir á mis electores, y espero que me digas sinceramente lo que piensas acerca de su contenido. Me parece que ha de hacer mucho efecto. He pasado todo el día corrigiendo las pruebas de la Propedéutica, que saldrá á luz dentro de un mes próximamente, y tengo la cabeza hecha un volcán. No dejes de escribirme enseguida. Te abraza tu amigo del alma

¡Punto ahí, Marcelo!... porque ya me concedes hasta más de lo que yo me hubiera atrevido a pedirte... ¡Y Dios te lo pague en la medida de lo que yo lo aprecio! Enseguida me abrazó muy conmovido; abracéle yo a él también al mismo tiempo, y no muy sereno que digamos, y abrazados estuvimos lo bastante para que yo percibiera el acelerado compás de su respiración.

El cual, vuelto enseguida hacia el retablo y después de persignarse con gran unción y parsimonia, cruzó las manos sobre el palo pinto y comenzó a rezar en voz muy alta por el alma de su padre.

Más tarde, cuando el marido se fue a acostar, renegando de Dios y maldiciendo de los hombres, ella dio un beso a cada niño, y enseguida, postrándose de rodillas ante una grosera estampa de Cristo pegada en la pared, comenzó a orar entre dientes.

Emprendamos juntos la jornada, si queréis, o siga cada cual la senda que le acomode hasta llegar al palacio de Fortuna. Yo no voy con vosotros gritó Tizona sin ocultar su pensamiento pues un atajo por dónde, si no me estrello, llegaré enseguida. Yo replicó Infolio quiero también ir solo, porque en largos años de trabajo he discurrido un mecanismo para subir las pendientes sin esfuerzo.

No he visto jamás actitud de hombre más varonil, más noble ni más hermosa. Pero don Román no se anduvo en chiquitas, y quieras o no, le estrechó entre sus brazos. Su yerno hizo lo mismo enseguida. Después se adelantó don Recaredo y le tendió la mano.

Pero muchas simpatías debían de tener los reos entre cierta gente de Sevilla, cuando, apenas se colocó el tablado para la ejecución, un grupo numeroso de hombres lo destruyó, y otro que se hizo enseguida fué deshecho y quemado también la noche del 24 del citado Octubre.

Palabra del Dia

vorsado

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