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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Por eso no pudo menos de dirigir un duro apóstrofe á la tierra que pisaba, viéndola poblada de ásperos escajos, y cuya aparente esterilidad alejaba de ella á sus hijos para buscar en país remoto lo que la madre patria no podía darles. ¡Cargo injusto, por cierto, y que, perpetuamente en boca de tantos ignorantes, sostiene en esta provincia la plaga de emigración que la despuebla!...
Sonrió éste levemente. También quería ser rico, y su deseo imperioso le había desarraigado del viejo mundo, lanzándolo en plena aventura, como los miserables que se aglomeraban en los sollados de la emigración. Necesitaba una gran fortuna para creerse feliz.
Para no renunciar á la religion católica, los moradores de esta pequeña república construyeron una capilla, colocando en ella algunas imágenes de santos, que hablan tenido cuidado de traer tambien consigo en su emigracion.
Se encargó de la educación de su sobrino, hizo devolver a su hermana una parte de los bienes que le fueron confiscados durante la emigración, y la pobre condesa de V * murió bendiciéndole y encargando a su hijo que le obedeciera ciegamente.
Las ciudades se transforman ante los ojos de sus propios hijos que miran absortos el fenómeno; las rentas públicas se duplican; el oro europeo acude a raudales, para convertirse en obras de progreso; el crédito se extiende y se afirma; la emigración aumenta. Tenemos motivos de pura satisfacción, pero al mismo tiempo graves responsabilidades.
O por haberse comprometido en conjuraciones y pronunciamientos, o sin necesidad y sólo para contraer méritos y darse tono, gemía en la emigración. Verdad es que no era muy lastimero el gemido, porque cuando los suyos estuvieron en el poder, le habían enviado a Cuba de vista de una Aduana o no sé bien con qué otro empleo en Hacienda.
Un bando de Facundo ordenó que todos los habitantes de la ciudad de La Rioja emigrasen a los Llanos, so pena de la vida, y esta orden se cumplió al pie de la letra. El enemigo implacable de la ciudad temía no tener tiempo suficiente para ir matando poco a poco, y le da el golpe de gracia. ¡Qué motiva esta inútil emigración? ¿Temía Quiroga? ¡Oh, sí! ¡Temía en este momento!
Volvía de la emigración muy latino. Afortunadamente allí estaba él para corregir aquella educación viciosa. Despidió a doña Camila y se encargó de la instrucción de su hija. En el extranjero se había hecho don Carlos más filósofo y menos político. Para España no había salvación. Era un pueblo gastado. América se tragaba a Europa, además.
En 1845 la patata irlandesa fue agostada por no sé qué enfermedad, y desde entonces al 1850 más de un millón de irlandeses huyeron a los Estados Unidos. Los irlandeses se sintieron en aquellos años más celtas que nunca. Después desapareció la enfermedad de la patata, y la emigración irlandesa disminuyó en un 80 por 100.
Había el príncipe de Polignac puesto en mí sus esperanzas, y me distinguía con una familiaridad política que acaso no mereciera. En las confidencias con este grande hombre, entreveía un alma real, un espíritu dispuesto ya para la emigración y un corazón alarmado por la conciencia.
Palabra del Dia
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