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Actualizado: 19 de octubre de 2025
El, que tanto había deseado la llegada de las elecciones para verse libre, allá en Madrid, permanecía insensible aquella tarde como si se tratara de la suerte de otro.
Cinta asintió con un silencio doloroso á esta resolución, como si la hubiese adivinado mucho antes. Era algo inevitable y fatal que debía aceptar. El fabricantes Blanes tartamudeó de asombro. ¡Volver á su vida de aventuras cuando los grandes señores del partido se ocupaban de su persona!... Tal vez en las primeras elecciones le hiciesen concejal. Ferragut rió de la simpleza de su primo.
Aquel domingo era de elecciones, pero sus compañeros de cuadrilla no habían llegado a enterarse de ello. La gente sólo hablaba de la muerte del Plumitas y de la corrida de toros.
Mi padre me significó el deseo de que me presentase candidato para diputado á Cortes en las próximas elecciones. He visto en ello un medio muy adecuado para ejercitar mi voluntad desmayada, y le respondí que tendría mucho gusto.
Es el don de lágrimas, de que habla Santa Teresa, señora, respondía el arqueólogo; y suspiraba como echando la llave al cajón de los secretos sentimentales. El Marqués hacía lo que los gatos en enero. Desaparecía por temporadas de Vetusta. Decía que iba a preparar las elecciones.
El estado actual de Francia me horroriza: los periódicos avivan el voraz incendio, que existe no solamente en la opinión sino en los corazones. Hemos tenido aquí grandes luchas con motivo de las elecciones entre M. Rambuteau y M. Doria; Dios no puede gustar de estos hechos en que se calumnian los hombres mutuamente.
No dudé que había sospechado mi pasión; pero la amable sonrisa con que inauguró su discurso me tranquilizó completamente. Me dijo que se acercaban las elecciones para diputados á Cortes y que contaba con mi apoyo y el de mi padre.
El padre había intervenido sólo en los primeros días para tratar de disuadir a D. Acisclo de que se mezclase en elecciones; pero D. Acisclo no se dejaba convencer por nadie, y cuando lo reconoció así su sobrino, se retrajo, se calló, y no volvió a dar a entender ni siquiera que sabía en qué maremágnum andaba engolfado su tío.
Me refiero a las elecciones. Cuando entramos en el salón de sesiones y vemos al lado del presidente a un joven decentemente vestido que en ciertas ocasiones lee con voz trémula y conmovida el resumen de los gastos y los ingresos, apenas fijamos nuestra atención en él. ¡Y no obstante, ese joven es el Secretario! ¡El Secretario! ¡Cuán poco nos figuramos lo que significa esta palabra!
El deber del Estado consiste en predisponer los medios propios para provocar, uniformemente, la revelación de las superioridades humanas, donde quiera que existan. De tal manera, más allá de esta igualdad inicial, toda desigualdad estará justificada, porque será la sanción de las misteriosas elecciones de la Naturaleza o del esfuerzo meritorio de la voluntad.
Palabra del Dia
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