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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Mi intento era y es escribir sobre el particular cuanto se me ocurra y reunirlo luego en un librito, imprimiendo de él muy corto número de ejemplares. Así las cosas, veo hoy en El Liberal un artículo en que mi ilustre amiga, Doña Emilia Pardo Bazán, trata de impugnar lo que he dicho y hasta lo que no he dicho.
Todas se asemejan á las églogas pastoriles de Encina en estilo, en espíritu y estructura, si bien se diferencian de ellas en ofrecer muchas escenas burlescas de la hipocresía y superstición, causas, sin duda, de que la Inquisición interviniera inutilizando la mayor parte de los ejemplares. La segunda de las farsas mundanas, reimpresa toda por Gallardo, es muy bella.
El Cincinato electoral, a quien anhelaba mover D. Acisclo, porque con él daba por indudable el triunfo, era el famoso amigo mío D. Juan Fresco, de cuyos labios sé esta historia, así como otras muchas no menos ejemplares, que contaré en lo venidero, si Dios me concede vida y salud.
Si se suman los ejemplares de sus numerosas versiones extranjeras, pasan seguramente de un millón. Algunos jóvenes que muestran exageradas impaciencias por obtener la fama literaria y sus provechos materiales deben reflexionar sobre la historia de esta novela, tan unida á mi nombre.
La puse á la venta en las principales librerías, y en un lustro que ha corrido llevo despachada la friolera de tres ejemplares, con más los que me tomaron al fiado, y que espero cobrar, si la cosecha es buena, en el próximo otoño.
¿Parece que no has leído mucho? dijo Ricardo a Melchor, asomándose por sobre el espaldar del asiento y viendo doblados los ejemplares de La Nación y La Prensa. En cambio parece que tú has dormido bastante repuso Melchor, levantándose. No; he dormitado. Lo mismo que yo dijo Lorenzo, incorporándose; ¡si no se puede dormir con el movimiento del tren!
Al cabo de una hora volvió de buen humor y sin los periódicos, diciendo que estaban ya todos en poder de los subscriptores. Pero, por desgracia para De-Hinchú, a cosa de las ocho de la noche, empezaron a llegar a la redacción subscriptores con indignada faz. Habían recibido sus ejemplares; pero, ¿de qué modo?
Entrego á la benevolencia pública, con el título LA VUELTA DE MARTIN FIERRO, la segunda parte de una obra que ha tenido una acogida tan generosa, que en seis años se han repetido once ediciones con un total de cuarenta y ocho mil ejemplares.
En algunas de ellas y en determinados puntos, se dejaron varios ejemplares: cincuenta en la de las Escribanas; otros tantos en el Casino; diez a Rufita González; cinco a las Corvejonas; igual número a las de Codillo y a las Indianas doce a los Carreños, y doce también a los Vélez, contando Maravillas con que todas estas gentes habían de tener señalado gusto en que la cosa circulara y se fuera propagando por la villa y fuera de ella.
»Aquí me asombré ya mucho más que antes. Conociolo mi madre, y continuó así: » Te lo repito y te lo demuestro. Los hombres como Pepe Guzmán, no sirven para lo que tiene que servir aquí tu marido; y aunque sirvieran, no querrían, porque los ejemplares de esa casta... no se enamoran para casarse. »Me ofendió el dicho como debe ofender un bofetón.
Palabra del Dia
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