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Actualizado: 21 de junio de 2025
El juzgado comenzó á trabajar de lo lindo y los actuarios, particularmente el troglodita D. Casiano, se quedaban entre las uñas no sólo con las quincenas de los hijos sino también con las vacas de los padres. Sólo un vecino de la parroquia de Entralgo tocó las dulzuras de la invasión minera sin percibir el amargor, recogió las flores sin pincharse con las espinas.
Con los pocos tragos que gusté, tengo lo bastante para poder decir: conozco el mundo, señores, conozco sus delicias mentirosas, sus dulzuras y sus quebrantos; sé lo que cuestan los goces.
El guerrillero, durante la presidencia de Carranza, conoció todas las dulzuras del poder. De la capital de Méjico le llegaban grandes sobres con el sello del gobierno llevando esta inscripción: «Al ciudadano general Doroteo Martínez, comandante de las tropas en operaciones.»
No hizo la visita, y la aplazó para el día siguiente, si la conceptuaba necesaria. Al anochecer mandó a Luz dos carillas de renglones llenos de dulzuras, para enterarla de que estaba constipado. Después se fue a casa. En la cual nada ocurrió para bien ni para mal de su pleito: nada le dijeron; nada dijo tampoco. ¿A quién le tocaba sacar la conversación, y quién huía más de ella?
Y las dulzuras y los requiebros que te ha dicho en voz baja, pues por el gesto y el ademán y el brillo de los ojos se mostraba que te los decía, ¿son sueños míos también? No; no son sueños. ¿Cómo negarte que D. Jaime me ha requebrado? Sus palabras expresaban estimación, denotaban ingenio cortesano, estaban llenas de lisonja, pero no había en ellas un átomo de sentimiento. Ni podía haberle.
Me dijeron que el buen señor había salido á gozar de las dulzuras del campo, en no sé qué castillo en el fondo de la Bretaña. Estará aún ausente por dos ó tres días. Esto me ha consternado.
La señorita de Mory, con quien había sostenido controversias reñidísimas sobre la naturaleza del amor y la amistad, las dulzuras del recuerdo, las amarguras del olvido, la simpatía y todo lo demás referente al corazón, en las cuales siempre salía, por de contado, victorioso, había llegado a aborrecerle de muerte.
El aire es fortificante y suave: se sienten deseos de lanzarse al espacio, y cuando se divisa el águila volando á lo lejos sostenida por sus fuertes alas, llegamos casi á preguntarnos por qué nosotros no volamos también, como ella, sobre los montes y los llanos, mirando desde arriba las pequeñas obras de los hombres. ¡Cuántas veces, más por la voluptuosidad de ver que por las dulzuras del reposo, me he sentado cerca del alto manantial del monte, apartando mis miradas de la discreta fuente para dirigirlas hacia ese mundo que se difuminaba á lo lejos dentro del gran círculo del horizonte!
Cierto que jamás había probado las dulzuras groseras y materiales del amor carnal; pero eso ¿le constaba al público?
Amalia le mortificaba infinitamente reteniéndole cuando los tresillistas le aguardaban. Entonces no respondía acorde a sus preguntas, sonreía por máquina y dirigía frecuentes y codiciosas miradas a la mesa donde sus compañeros gozaban ya las dulzuras de alguna vuelta con palo de favor. Moro, siéntese usted aquí; vamos a charlar un rato. Moro temblaba: se le venía el mundo encima.
Palabra del Dia
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