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Actualizado: 15 de septiembre de 2025
El que ha entrado en esta casa usurpando un nombre para mejor engañarnos; el que se ha vendido por amigo y dependiente de la casa para seducir a la hija de su dueño; el que ha tenido la osadía de oponerse con el revólver en la mano a que se cumpliese la voluntad de una madre, produciendo un escándalo en la calle, no debe venir hablándonos de sus sentimientos, porque ya los conocemos bien.
Hoy ha sido gran fiesta para Lacante y sus amigos: Elena se ha presentado un momento en la sala. Hace quince días que han vuelto a verificarse las veladas de los jueves y esta noche el dueño de la casa, aunque algo atacado de la gota, nos había parecido de muy buen humor. A eso de las diez nos ha dejado sin decir palabra, y, casi en seguida, ha vuelto a entrar con Elena de la mano.
Reconciliado con el dueño del castillo por su inesperada presencia y admirado de sus liberalidades, el funcionario municipal se acercó á él para darle una noticia. Los ingenieros estaban minando el puente sobre el Mame. Sólo esperaban para hacerlo saltar á que se retirasen los dragones. Si quería marcharse, aún era tiempo. Otra vez dudó Desnoyers. Era una locura permanecer allí.
El origen de las cavilaciones de Pepe por la conducta de su hermano la disgustó sobremanera; pero lo que hizo en su pensamiento más mella, fue saber que Pepe trabajaba de corrector en la imprenta. El dueño de su albedrío era algo menos que un empleadillo.
Pero el antiguo vecino de Buenos Aires, para vivir resignadamente en la Patagonia, necesitaba una compensación mayor que el sueldo dado por el gobierno; y á causa de esto, siempre que el dueño del boliche le hablaba á solas, conseguía vencer sus escrúpulos.
Sabía que, dueño de uno de los primeros nombres y de una de las más cuantiosas fortunas de su país, había sido desterrado por complicidad en una conspiración contra la vida de un general.
Es usted valiente entre las valientes y estoy orgulloso de tener alguna parte en su amistad, que le suplico me conserve preciosamente. Si esa amistad llegase a ser un día bastante grande y la soledad pesase a usted demasiado, recuerde, señorita, que mi despacho es su vecino más próximo y que nunca hará usted a su dueño más feliz que dignándose entrar en él... y no salir más.
Spadoni, como si fuese el dueño de tales riquezas, las fué metiendo en un cestillo de mimbre. Temblaba de emoción. Iba á pasar entre los curiosos sosteniendo contra su pecho el tesoro, lo mismo que otras noches había visto pasar á su grande hombre con aire de vencedor. ¡Qué valían al lado de esto los aplausos que llevaba recibidos como pianista!... Unos manos ávidas le arrebataron el cestillo.
El Señor celestial, dueño de una viña, amada por él sobre todas las cosas, la da en arrendamiento á los sacerdotes y al pueblo hebráico; nombra guardas al Amor á Dios y al Prójimo, y les recomienda la más exquisita vigilancia.
Experimentaba una decepción en vez de una alegría, como si se desilusionara al verlo bajo aquel aspecto de visitante correcto y dueño de sí mismo. Después de algunos instantes, consagrados a la señora Aubry, Martholl pasó a saludar a María Teresa; ésta, por un esfuerzo de voluntad, recobró su calma habitual, y el apretón de manos que se dieron, fue perfectamente trivial.
Palabra del Dia
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