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Actualizado: 4 de mayo de 2025
En la primavera de mi juventud, fué mi destino no frecuentar de todo el vasto mundo sino un solo lugar que amaba más que todos los otros, tanta era de amable la soledad de su lago salvaje, rodeado por negros peñascos y de altos pinos que dominaban sus alrededores.
Y describía con rudeza la nueva vida del millonario. Todos le dominaban; todos estaban sobre él: la esposa, la hija, hasta aquel niño inaguantable de Urquiola, que le decía con la mayor insolencia: «Tío, no haga usted eso», «tío haga usted lo otro.» Por el momento, Sánchez Morueta sólo era el tío: pero no acabaría el año sin que el abogadillo le llamase papá.
Yo tengo compañeros en la Universidad que suponen que Eulame era una mujer, pues no pueden explicarse de otro modo tanta inteligencia y tanto heroísmo reunidos en una sola persona. Han escrito varios libros para probar que Eulame fingió ser hombre porque en aquellos tiempos sólo dominaban los hombres, y casi lo demuestran plenamente.
Seguían obstruyendo el fondo de la quebrada, pero en muchos sitios estaban desconocidas porque las cubrían restos negruzcos, mezclados con lodo. Las rocas pizarrosas que dominaban el alfoz parecían convertidas en una especie de pasta y se derrumbaban en anchas hojas. El negro fondo que se filtraba por las paredes del desfiladero se hundía con sordo chapoteo en la nieve medio líquida.
Tales pensamientos y otros de la misma estofa dominaban en el seráfico auditorio. Conociéndolo el orador, hubiera hecho alto y puesto punto final á su elocuencia; mas no tuvo tanta oportunidad, y siguió adelante.
Justo es decir que los que en ciertas ocasiones se mostraban implacables, eran cuando se estrenaba una obra de algun autor de merecido crédito, los que con más placer le palmoteaban y con más entusiasmo pedian su nombre. Las ideas revolucionarias que los dominaban en política, los avasallaban tambien en literatura; y para ellos lo más exagerado era siempre lo mejor.
Así lo prueban muchos pasajes de dichas piezas, especialmente de la Tinelaria, la Trophea y la Soldadesca, en que se alude claramente á espectadores italianos, y las palabras de que usa el autor en su prólogo . Y esto, en verdad, nada tiene de extraño, pues según testifica un documento de principios del siglo XVI , el español era la lengua favorita de los señores y damas de la aristocracia italiana, y con más razón en Nápoles, en donde dominaban las armas españolas.
Palabra del Dia
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