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Actualizado: 2 de mayo de 2025


¡Dios mío! ¡entonces queréis sacrificarme! exclamó Marta con ansiedad simulada . ¡Cómo! ¿Os atreveríais, después de eso, a dejarme un solo instante en Orsdael, junto con la condesa? No, no; si reveláis mi traición, huiré de aquí al despuntar el día. Es preciso que no lo sepa nunca, jamás. ¿Y qué medio puedo emplear para que el documento no pueda caer en manos de la condesa?

Los socorros y ayudas no han de ser mayores que las propias fuerzas; porque no suceda lo que á un Scipion en España, cuando treinta mil Celtiberos, con perfidia notable le desampararon, y él como inferior no los pudo detener. De donde Livio sacó un importante documento.

Había leído con espanto la cantidad consignada en el documento de crédito: primeramente en cifras, luego en letras. ¡Doscientas cincuenta mil pesetas!... ¡Cincuenta mil duros! Eso no es para volvió á decir . No lo merezco... ¿Qué puedo hacer con tanto dinero? Fingió irritarse el capitán por su desobediencia.

¡Buenas noches! dijo el intendente mirando con fijeza al aya. Esta mirada singular no le pasó inadvertida a Marta y le heló la sangre, porque creyó leer en sus ojos que le había acometido un ímpetu furioso de correr tras ella y recuperar el documento.

Tenían miedo de quedarse en tierra por culpa del tal documento, y por esto suspiraron de satisfacción al poner la firma apresuradamente, corriendo luego a los automóviles. Cerca de mediodía lanzó el trasatlántico un rugido de aviso.

Ahora añadió el tío Merlín, que firme ese señor; después que vea por ónde nos mete mano. Y retozándole la risa en los labios, salió del concejo entre la algazara y los aplausos de sus convecinos. Aquel mismo día se presentó el alcalde con este documento al forastero, diciéndole, al entregársele, con tono y expresión de triunfo: Aquí está mi contestación.

Le contesté que estaba convencido de su honrada palabra y de la ninguna necesidad de extender en documento sus convenios; y que en cuanto á la bandera, podía contar con ella aunque fuera en el momento. Dewey continuó: Los documentos no se cumplen cuando no hay honor, como ocurrió con lo que Vd. pactó con los españoles que faltaron á lo escrito y firmado.

Convinieron el precio y firmaron un documento. Pero el comprador no compraba por su cuenta, sino por cuenta de un señor a quien, quince días antes, le había oído decir que quería brea. Y este señor resultó ser precisamente mi amigo, el cual, siendo vendedor de propio, no pudo robarse gran cosa y sólo perdió la comisión.

¿Por qué la has roto? ... dijo Lázaro, deplorando no tener aquel documento. ¿Y no recuerdas haberme visto á mi aquella tarde? Si, ; lo recuerdo contestó, mostrando que nunca había olvidado tal cosa. Entraste muy enfadado. Yo estuve llorando toda la noche. Después me dió un mareo en la cabeza ... Yo creí que me iba á morir, y me alegré.

Entre varios papeles que dejó Azara en poder de su compañero y amigo, D. Pedro Cerviño, se hallaba el borrador autógrafo de su correspondencia inédita sobre los trabajos de demarcacion: documento importante, que contiene la historia de las controversias suscitadas por los Comisarios portugueses, con varias observaciones sobre el tratado de 1777.

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