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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Por cada estatua, por cada piedra preciosa tallada, por cada blasón, escudo ó divisa, moldura y relieve que aquí pueda ocupar y dar de comer á un amanuense hábil y discreto como tú, hay allí ciento. En el saco de Carcasona ví yo habitaciones enteras atestadas de pergaminos, sin que ninguno de nosotros pudiera leer una palabra de tanto fárrago.
Mi tía Medea era muy dada a la política; ella pretendía tomar parte en el Gobierno, y era, por consiguiente, amiga de la situación. La época en que yo me criaba era muy agitada. Hacía poco tiempo que se había dado la batalla de Pavón. Quería mi tía llevarlo todo a sangre y fuego, y su divisa era «o por la ley o por la fuerza».
Se decía, y muchos lo creían, que un indio disparó una vez una flecha contra la letra, y que, al tocarla, cayó la flecha al suelo hecha pedazos, sin haberle causado el menor daño á la letra. El efecto de la divisa, ó mejor dicho, de la posición que ésta indicaba con respecto á la sociedad, fué poderoso y peculiar en el ánimo de Ester.
No se desprendía de este sello ni por un solo momento; aquella divisa, insignificante para otra cualquiera y para ella tan expresiva, no podía pertenecer más que a ella misma. ¡De Judit procede esta carta! exclamó Arturo. Y la dejó escapar de sus temblorosas manos. Pues bien, eso implica la seguridad de que existe aún y piensa en usted... Debe, pues, estar satisfecho.
El conde Servando habia emparentado con un obispo perjuro y de pésima condicion, cuyo nombre de Hostigesio ú Hostigesis se divisa como un negro borron en la historia de la Iglesia mozárabe; y este era el mas ardiente promovedor de aquellas divisiones y cismas.
Obras, hermanos en Jesucristo, es mi divisa; «por sus obras los conoceréis» y ahí están las mías, que todos pueden juzgar a la luz del día. Y, al decir esto, el señor Tomás, gesticulando y haciendo extrañas muecas, miraba fijamente hacia una puerta abierta que daba a la terraza, atestada hacía poco de criados mirones y convertida ahora en escena de un tumulto infernal.
La casa de Azorín tiene una fachada pequeña, jaharrada de albo yeso, con dos ventanas diminutas. Desde la esquina se divisa abajo, al final de la calleja, el boscaje de un huerto, una palmera que arquea blanda sus ramas, una colina que se perfila sobre el azul luminoso del cielo.
La repeticion misteriosa de las palabras TANTO MONTA en la pintura del cielo de la escalera principal y en los artesonados de las salas, y el yugo con el nudo gordiano, y los haces de flechas, muestra que ésta era una divisa del rey católico y el recuerdo de una grande hazaña.
D. Juan de Orozco y Covarrubias en su libro de los emblemas morales hace una explicacion de esta divisa, que aunque diferente de lo que hacen otros, no la debemos omitir.
A cinco metros sobre el suelo se alza en el espesor de la muralla lo que fué puente de entrada; ancha piedra saliente forma su umbral, y la parte superior de la ojiva está adornada con tosca escultura que ostenta un caprichoso monograma y las huellas de la antigua divisa del barón.
Palabra del Dia
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