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Actualizado: 24 de junio de 2025


Obsérvense atentamente las ruidosas discordias sobre la Ciencia de Dios, sobre la Gracia, sobre el libre albedrio del hombre, y la combinacion de estas cosas entre , y se verá que las disputas se mantienen porque quieren explicar, cada uno segun su partido, de un modo humano lo que es divino, esto es, lo que es recóndito en los altísimos senos de la Sabiduría Divina: y lo que no se ha manifestado á los hombres por medio de la Escritura y tradicion, lo quieren alcanzar por sus pensamientos puramente humanos, como si los inmensos atributos de Dios estuvieran sujetos á la flaqueza de los hombres.

La tiranía de los Reyes; la repugnante hipocresía de los cortesanos; la criminal ambición de la nobleza y su obstinado empeño de debilitar el poder real; el despotismo de los infanzones, ricos-hombres é hidalgos con sus súbditos; las discordias civiles, que desgarran el seno del país, todo esto se pinta en ellas magistral y claramente.

El axioma capital de esta ciencia sublime será que la inteligencia infinita no es el término último, sino el principio de las cosas, sin dejar por eso de ser su fin y el centro hacia donde gravitan, y el punto en donde sus discordias hallan paz, y su agitación reposo, y solución sus contradicciones, y unidad perfecta sus calidades y condiciones diferentes.

Supimos por la gente de las naves, las discordias que, estando nosotros ausentes, habian nacido entre Diego de Abreu, sevillano, capitan, y Francisco de Mendoza, á quien el general dejó por capitan de la gente. Diego de Abreu intentaba privarle del gobierno, y resistiendo D. Francisco de Mendoza, creció el odio de suerte que, habiéndose alzado Abreu con el gobierno, hizo matar á Mendoza.

Pero Venezuela tomó también su parte en ese amargo lote de los pueblos que se emancipan. Nuestros dolores terminaron en 1852 y pudimos aprovechar la mitad de este siglo de movimiento y de vida para ingresar con energía en la línea de marcha de las naciones civilizadas. Hasta 1870 Venezuela ha sido presa de las discordias intestinas. ¡Y qué guerras!

Si al terminarse la guerra civil de los siete años nuestro numeroso y aguerrido ejército hubiera ido á Africa, donde tanto hemos poseido y á donde debemos ir, hoy tendríamos mas posesiones que las que nos pertenecen; nuestro comercio se hubiera desenvuelto en mayor escala; las ambiciones militares hubieran tenido un noble palenque donde desarrollarse y crecer, y por último, nos hubiéramos visto libres de muchas discordias civiles que han trastornado la España.

Las cosas de mar y tierra, concertadas en la forma dicha, se pasaba el invierno con sosiego y mucha conformidad, pero luego nuestras fuerzas se fueron enflaqueciendo con algunas divisiones y discordias civiles.

Consiguiose al fin el hacer conocer a los indios que sólo en las cosas concernientes a su salvación debían prestar atentos oídos a sus curas, y en lo demás a sus administradores; pero no por esto cesaron las discordias entre administradores y curas, porque, como unos y otros viven en una misma casa y con cierta dependencia en sus funciones, jamás se conformaban en sus distribuciones.

Abu Hafáz, cargado de botín y con mayor número de naves y de gente que se le había allegado, aporta a Alejandría. Merced a las discordias civiles que allí hubo entonces, logra apoderarse de aquella ciudad magnífica y la conserva durante algún tiempo. El califa de Bagdad envía contra él un poderoso ejército.

La mezquita de Córdoba fue empezada por Abd-el-rhaman, por aquel ilustre vástago de la familia de los Ommyadas á quien pareció haber salvado la Providencia del furor de los Abassydas para que viniera á cortar las discordias que ensangrentaban el suelo de la patria.

Palabra del Dia

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