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Actualizado: 11 de junio de 2025


Pues con saber, como , los innumerables trabajos que son anejos al andante caballería, también los infinitos bienes que se alcanzan con ella; y que la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso; y que sus fines y paraderos son diferentes, porque el del vicio, dilatado y espacioso, acaba en la muerte, y el de la virtud, angosto y trabajoso, acaba en vida, y no en vida que se acaba, sino en la que no tendrá fin; y , como dice el gran poeta castellano nuestro, que

No lejos del monumento, se encontraba la Cruz de la Charanga, nombre éste que también se daba á uno de los álamos, el más corpulento y que más sobresalía entre los allí plantados, y alrededor del cual se formaban aquellas tertulias de desocupados de que habla don José Somoza en sus Recuerdos y en el artículo El árbol de la Charanga, donde dice pintando lo agradable de aquel lugar: «...A la izquierda está el Paseo del Arenal, paseo siempre concurrido; á la derecha el puente de barcas y un dilatado horizonte azul, por el que se oculta el sol en su occidente por entre una multitud de palos y velachos de embarcaciones ancladas

Un cielo nuevo, diferentes praderas y torrentes, aire mas dilatado, otros espacios, un mas allá distinto del que siempre me encerraba en su estrecho ámbito; aquí mis deseos eternos. Estas eran mis frases; esta mi necesaria conclusion cada vez que regresaba del campo. La idea de visitar nuevos paises, se presentaba constantemente á mi imaginacion con un delicioso misterio que me fascinaba.

El nombre del escultor Pedro Duque Cornejo y Roldán, es bien conocido de los amantes de las artes sevillanas, pues el número de sus obras es muy dilatado y encierran verdadero mérito. El año 1677 nació en Sevilla, dedicándose desde muy joven al dibujo y siendo discípulo del famoso Pedro Roldán, con quien empezó el estudio de la escultura, donde no tardó en hacer notables progresos.

Esa fuerza de voluntad que da valor en el combate y fortaleza en el sufrimiento; que triunfa de todas las resistencias, que no retrocede por ningun obstáculo, que no se desalienta con el mal éxito, ni se quebranta con los choques mas rudos; esa voluntad, que segun la oportunidad del momento, es fuego abrasador, ó frialdad aterradora; que segun conviene, pinta en el rostro formidable tempestad, ó una serenidad todavía mas formidable; esa gran fuerza de voluntad, que es hoy lo que era ayer, que será mañana lo que es hoy; esa gran fuerza de voluntad sin la que no es posible llevar á cabo arduas empresas que exijan dilatado tiempo; que es uno de los caractéres distintivos de los hombres que mas se han señalado en los fastos de la humanidad, de los hombres que viven en los monumentos que han levantado, en las instituciones que han establecido, en las revoluciones que han hecho, ó en los diques con que las han contenido; esa gran fuerza de voluntad que poseian los grandes conquistadores, los jefes de sectas, los descubridores de nuevos mundos, los inventores que consumieron su vida en busca de su invento, los políticos que con mano de hierro amoldaron la sociedad á una nueva forma, imprimiéndola un sello que despues de largos siglos no se ha borrado aun; esa fuerza de voluntad que hace de un humilde fraile un gran papa en Sixto V, un gran regente en Cisneros; esa fuerza de voluntad que cual muro de bronce detiene el protestantismo en la cumbre del Pirineo, que arroja sobre la Inglaterra una armada gigantesca, y escucha impasible la nueva de su pérdida, que somete el Portugal, vence en San Quintin, levanta el Escorial, y que en el sombrío ángulo del monasterio, contempla con ojos serenos la muerte cercana; miéntras

Así, en tan dilatado período, el nombre de nuestro amigo, que había estado en candidatura, digámoslo así, para entrar en la celebridad, no figuró en la Guía Oficial, ni en listas de funcionarios, ni en corporaciones, ni en juntas, ni en nada que pudiera hacerle traspasar las fronteras de aquel reducido término de Ateca.

No las tendrás; vete. ¿Por qué no las pides a Sofía? Y parecía que Melisa se desahogaba al expresar su desprecio por sílabas adicionales al título ya algo dilatado de su tentadora compañera. ¡Eres muy malo! Tengo hambre, Melisita. Desde ayer a la hora de comer no he probado bocado. ¡Estoy muerto de hambre!

En el proceso que se formó que fué muy ruidoso y dilatado, corrieron bien los escudos, por lo cual Ortiz de Zárate pasó, por toda pena, desterrado á Madrid, donde murió algún tiempo después.

No es fácil referir cuánto sudó y trabajó para reducir á estos infieles, pero todo en vano, porque rehusaron obstinadamente recibir el santo bautismo y reducirse á vida política, con que se vió precisado á abandonarlos totalmente por no perder á un tiempo la vida y los deseos que ardían en su pecho de campo más dilatado y espacioso donde fuese más cierta la cosecha, como menos resistencia del terreno para recibir la semilla del Evangelio.

Muchos llegaban á distinguir el burbujeo de la espuma en torno de su busto, que avanzaba como una proa, y las vigorosas palas de sus brazos... ¡ que era el Dotor! Se prestaban unos á otros los viejos catalejos para reconocer sus barbas hundidas en el agua, su rostro contraído por el esfuerzo ó dilatado por los bufidos.

Palabra del Dia

rigoleto

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