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Actualizado: 12 de octubre de 2025
Sus ojos azules, dulces de ordinario, lanzaban centellas luminosas; su afilada y recta nariz, hinchada por la cólera, mostraba muy dilatadas las ventanillas; las cejas, frunciéndose en el centro, daban mayor majestad a su frente; la boca entreabierta dejaba ver unos dientes blancos, iguales y firmes, y sana frescura y vivo color de carmín en encías y lengua.
De noche, las dos hileras de faroles colocadas a entrambos lados de la carretera, ofrecen una perspectiva muy bella: son dos cintas paralelas y luminosas que van a perderse en un fondo oscuro, donde una imaginación viva puede forjar, selvas dilatadas, abismos inmensurables o un desierto poblado de monstruos.
Parecía mentira que en tan poco tiempo se pudiese operar tal transformación. Mientras el sacerdote decía sus preces con murmullo solemne, observé que Eduardito cambiaba vivas y risueñas miradas con Fernanda, la cual le sonreía con sus ojos bordeados de ojeras dilatadas y su feo diente mellado. Aquel espectáculo tristísimo no les impresionaba.
"No es tiempo aun, decia José Gabriel; pensemos por ahora solamente en posesionarnos en el dominio de estas vastas y dilatadas regiones, que luego se buscará modo para deshacernos de todos los embarazos y obstáculos que se nos presenten."
El que viene de esas mismas islas y entra en el Estrecho de San Bernardino, verá desde la pequeña peña que le da nombre, hasta el fondeadero de Manila, extensas y dilatadas islas que tienen un suelo tan fértil como el de Marianas y por consiguiente de preferente atención, puesto que la riqueza agrícola es igual y el producto líquido por razón de situación, y siguiendo la comparación ha de ser exorbitante.
El atung-taqui filipina, es el árbol hueco, descrito por los primeros exploradores de la India, y que todavía se conserva entre los moradores que habitan las orillas del Amazonas, y las dilatadas faldas del Chimborazo, según pudimos ver entre los objetos que los individuos de la expedición científica del Pacífico, exhibieron en los jardines del Botánico de Madrid.
Las pausas eran tan frecuentes y dilatadas en esta reunión, que una sola llenaba á veces horas enteras y hasta noches.
El día empezaba á declinar. Su mirada vagó algún tiempo por los contornos de la casa; por el jardín, cuyos árboles se iban tornando amarillos; por los prados, que como un cinturón de esmeraldas lo circundaban; por las tierras dilatadas de maíz que ostentaban ya con orgullo sus mazorcas rebujadas. Al cabo se detuvo con insistencia en un grupo de casas que apenas se distinguía en el fondo del valle.
Vemos largas y dilatadas llanuras; y recordamos al punto hechos de guerra, batallas sangrientas, ejércitos que se estrellan contra otros ejércitos como las olas del mar contra la playa.
Perrro, señorr, ¿qué se quema?... ¡Si esto parrrece cosa de magia! pensaba el tío Frasquito, en camisa, en mitad del aposento, con los brazos cruzados, el cuello tendido, y dirigiendo a los cuatro ángulos sus narices dilatadas y sus ojos muy abiertos.
Palabra del Dia
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