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Lo que no veo tan claro es que para ser honrada sea preciso no comer... ¿Acaso piensa usted trabajar? ¿En qué?... Al menos, con esos cuatro mil reales tiene tiempo de pensarlo y vivir algunos meses. Con que a guardar los monises, y no se hable más del asunto. No se convenció Fortunata, que era algo terca; pero aplazó la devolución de los billetes para el día siguiente.

Luego le prendieron, pasó en la la cárcel año y medio, salió absuelto y al reclamar el depósito Pepe, se lo negó... Es decir, no negó la devolución, sino lo que es más infame, la entrega. No existía, no podía existir prueba. El infeliz procurador, murió al cabo de unos cuantos meses y Pepe siguió negando a la viuda. Cuanto esta me dijo era verdad.

Dábale una fuerte congoja sólo de pensar que la descubría; y era indispensable reponer en su sitio la malhadada cantidad, seis mil reales, pues había tomado cinco mil para Milagros y mil para desempeñar los candelabros y otras menudencias. La necesidad de esta devolución se impuso de tal modo a su espíritu, que ya no pensaba en otra cosa.

Añade el P. Sebastián de Samartín, Superior que fué de aquellas Reducciones: «Todo se puede sufrir por ellos, por el afecto que tienen á la fe, á la devolución y á lo que es Dios ó de DiosPero más por extenso habla el Padre Misionero de la Reducción de San Joseph de la piedad de su pueblo, en la Cuaresma del año de 1705.

El almirante Dewey me entregó todos los prisioneros y todas las armas, menos el vapor, pero más tarde reclamó la devolución de los prisioneros, después de la Capitulación de Manila. En 4 de Julio llegó la primera expedición militar de Estados Unidos al mando del General Anderson, siendo alojados en el Arsenal de Cavite.

Y, sin pérdida de tiempo, púsose a escribir un atento B. L. M. al marqués de Villamelón, presentándole mil excusas por el mal rato que le había dado aquella mañana, anunciándole la devolución de los papeles incautados y suplicándole cortésmente los repasase uno a uno y muy en particular las veinticinco cartas del paquete, no fuera que por casualidad se hubiese alguna de ellas traspapelado.

Cierto que esta devolución era para ella un trance doloroso, algo como la separación de un hijo que se va a la guerra a que le maten, pues aquel guano, entregado a su dueño, pronto se perdería en el desorden y los vicios.

Al verlas doña Juana, tembló, palideció. ¿Quién os ha dado esto? le dijo. Un hombre á quien no conozco, que me ha encargado de hacer devolución de ello á vuecencia. Pero su nombre... No le conozco, señora. Os haré prender. ¡Ah, señora! eso sería muy injusto.

A los ocho ó quince días de la entrega del habilin, se prepara otra cena, previo aviso á todos los parientes de una y otra parte, y si á la conclusión de aquella devuelve el padre de la dalaga al amang-cruz las dos monedas, es señal de calabazas en redondo; si no hay devolución, el pretendiente pasa á ser novio oficial.

En seguida vamos a reclamar la devolución de nuestras mujeres, y guay de los raptores si su conciencia no ha empezado ya a remorderlos. ¡Les impondremos el respeto a la ley! ¡Eh, , raptor innoble! ¡Llama a tus innobles camaradas y prepárate a rendir cuenta de tu acto abominable! ESCIPIÓN. Voy a llamar a mi mujer. Marcio parece asombradísimo.