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Actualizado: 17 de junio de 2025
Venía sobre un poderoso caballo, vestida la acerada cota, y con cuatro pistoletes -que en aquella tierra se llaman pedreñales- a los lados. Vio que sus escuderos, que así llaman a los que andan en aquel ejercicio, iban a despojar a Sancho Panza; mandóles que no lo hiciesen, y fue luego obedecido; y así se escapó la ventrera.
Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace muchos días, cuando se presentó en mi casa un extranjero de estos que en buena o en mala parte han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica, de estos que, o creen que los hombres aquí son todavía los espléndidos, francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos, o que son aún las tribus nómadas del otro lado del Atlante: en el primer caso vienen imaginando que nuestro carácter se conserva tan intacto como nuestra ruina; en el segundo vienen temblando por esos caminos, y preguntan si son ladrones que los han de despojar los individuos de algún cuerpo de guardia establecido precisamente para defenderlos de los azares de un camino, comunes a todos los países.
Yo no puedo creer que Francia, Inglaterra, Alemania y otras grandes potencias de Europa dejen de darnos la razón: no se pongan de nuestro lado á fin de impedir que violentamente se nos veje y se nos quiera despojar de lo que poseemos, amenazándonos con una guerra injusta y harto poco gloriosa para el que con ella nos amenaza, confiado en la descomunal superioridad de sus fuerzas en hombres y en dinero.
Los espartanos pretendieron tambien estirpar la poesía del corazon, y lograron fabricar un molde artificial para dar una nueva forma á la naturaleza humana, ¿y qué consiguieron? destruir el libre albedrío, arrebatar á la inteligencia el atributo mas bello de la divinidad, despojar á la humanidad de sus amables virtudes, sin estirpar sin embargo esa poesía colectiva, á despecho del mismo pueblo que la rechazaba, que, como lo ha observado Tocqueville, es el signo característico de la poesía democrática.
«Si se pudiera, despojar a mi persona moral de esta envoltura de carne, que, estoy de acuerdo en ello, engaña al ojo del observador, mi persona moral digo, no sería más que un esqueleto, un árbol muerto, completamente muerto, sin savia y sin hojas, un árbol que tiende hacia el cielo sus largos brazos secos y descarnados. Con tal de que lo moral no arruine a lo físico...
Otro, menos profundo y amigo de explicar las cosas por lo natural y fácil, contradijo a sus compañeros, y probó lindamente, en un discurso de dos horas y media, que la tragedia la había motivado sin duda alguna la presencia de algún tremendo salteador que, burlando la vigilancia de los guardias y venciendo los obstáculos que cercaban la real estancia y sus jardines, había venido a despojar a la sultana del inestimable collar que llevaba en la garganta.
Experimentóla nuestro banquero después de cometer aquella granujada, después de despojar a su amigo Calderón de unas cuantas pesetas, como el justo al concluir un acto de justicia o de caridad.
Palabra del Dia
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