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Actualizado: 21 de septiembre de 2025
¿Así, pues, has sentido tú lo mismo que siento yo? Poco más o menos, sí; pero gracias a Dios yo he logrado dominarme, puesto que vengo a decirle: «Tío, los dos se aman con locura y es conveniente casarlos, porque separarlos sería la muerte de ambos.» El doctor movió la cabeza tristemente y sin despegar sus labios mostró a Antoñita las últimas líneas que acababa de trazar.
El doctor obedeció y después de besarle la frente salió del aposento. Junto a la puerta estaba Amaury. El padre de Magdalena, sin despegar los labios le llevó de la mano al oratorio de su hija; allí se arrodilló ante la cruz y obligando también al joven a arrodillarse le dijo: ¡Oremos, hijo mío! ¡Dios eterno! ¿Ha muerto ya Magdalena? gritó Amaury. No.
¿Y vosotros sabéis algo? ¿eh? ¿sabéis algo? Los empleados le miraron también con fijeza. Luego miraron a Llera y también bajaron la cabera al fin sin despegar los labios. Salabert paseó varias veces sus ojos saltones por ellos con expresión teatral de cólera, y exclamó al fin dirigiéndose a los banqueros: ¿Lo ven ustedes claro? Nadie contesta.
Cuando uno las mira, no puede despegar los ojos de ellas; siente que ha ya aquella barrera eterna entre alma y alma. La tierra es su patria adorada ó del corazón: en ella nacen, allí tienen sus amores; heridas, á la tierra van á morir. A la tierra conducen sus hembras preñadas, las acuestan sobre las algas y las sustentan con pescado.
Parecía hombre harto de esperar a la Fortuna, que de pronto la ve, la asalta, la sorprende, la sujeta, y decide no soltarla en su vida. Cristeta nada hizo por despegar su cuerpo del cuerpo de su amante, sino murmurar con voz preñada de caricias: ¡Juan... Juan mío!
Profunda debió ser la impresión que esta noticia causó en el ánimo de Asunción, porque no volvió a despegar los labios y siguió escuchando consternada las razones de su amiga, que las amontonaba de un modo incoherente, pero con resolución. El paseo se iba poblando poco a poco.
Flora atravesó la estancia de los molares y abrió la puerta que se hallaba en el fondo. Jacinto tardó unos segundos en acudir porque tuvo que dar la vuelta al edificio. Flora le condujo sin despegar los labios á la cocina. Santas noches, tía Blasa. Dios le guarde, tío Lalo. Los viejos recibieron con agrado al joven porque les gustaba y tenían en estima á su familia.
Palabra del Dia
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