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Actualizado: 29 de julio de 2025


Podrían verse allí todos los días; no queda un solo banco desocupado y en las avenidas y junto a los lagos desfilan los carruajes apretados, sin poder pasar, todos llenos de chicas que se saludan bajo las sombrillas de claros colores. Adriana no pudo dejar de sonreír, comprendiendo que Charito, a quien no faltaban sus pretensiones literarias, buscaba las palabras escuchándose hablar.

Era indispensable buscar albergue; después trataría de curar a Mordejai de su sarna o lo que fuese, pues abandonarle en tan lastimoso estado no lo haría por nada de este mundo, aunque ella se viera contagiada del asqueroso mal. Dirigiose con él a Santa Casilda, y hallando desocupado el cuartito que antes ocupó el moro con la Petra, lo tomó.

Los límites de la propiedad no están marcados; los ganados, cuanto más numerosos son, menos brazos ocupan; la mujer se encarga de todas las faenas domésticas y fabriles. El hombre queda desocupado, sin goces, sin ideas, sin atenciones forzosas; el hogar doméstico le fastidia, lo expele, digámoslo así. Hay necesidad, pues, de una sociedad ficticia para remediar esta desasociación normal.

Ausente el poeta y desocupado el parnasillo, don Gil trajo de la calle de las Urosas el baúl, que contenía sus tres casacas, su peluca del tiempo de Esquilache, sus cuatro camisas con chorrera, su capa y su espadín enmohecido, y se instaló donde había estado el autor de Los Gracos.

Después de una luna de miel que debía ser eterna y que ya se había ido a reunirse con las lunas pasadas, el conde, cansado de aquella gran pasión, importunado por aquel amor de que él no participaba e irritado por las dificultades crecientes de aquella situación imposible que él mismo se había creado, agradeció a su madre que le sacase de ella bruscamente por un acto de rigor en el que él no tenía que hacer más que lavarse las manos, y había saludado como un verdadero alivio la libertad reconquistada en el momento preciso en que se dibujaba en su horizonte de desocupado una nueva aventura llena de atractivos.

Mientras el vapor terminaba su carga paseó por la ciudad, visitando á sus primos los fabricantes ó permaneciendo, como un desocupado, en los cafés. Seguía con los ojos la corriente humana de las Ramblas, en la que se confundían los hijos del país y los pintorescos y disparatados contingentes aportados por la guerra.

Acá ronda distraído, por una acera, un par de guardias civiles ó gendarmas de estrambótico uniforme, que hacen recordar el carnaval; ó se detienen, con la conciencia de su inutilidad, a departir con algún barbero desocupado que espera á sus parroquianos en la puerta del taller, armado de su amenazante navaja.

Palabra del Dia

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