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Actualizado: 7 de junio de 2025


Consolaos de vuestras desgracias. Nuestro casamiento os hará olvidar vuestras penas. Estad segura de que seremos felices. La viuda lo miró alejarse para estar segura de que no retrocedería, y así que hubo bajado la escalera comprimió un grito de alegría y corrió a su cuarto.

Lo único que sentía era compasión por sus desgracias, y no era floja la de vivir con aquel bárbaro, un tiote grosero que la trataba muy mal y no la dejaba ni respirar. ¡Pobre mujer! Yo le dije, mientras él estaba en el cementerio: «¿Cómo es que vives con este animal y le aguantas?». Y respondiome: «No tengo más amparo que esta fiera.

Cuando Toledo intentaba exponer sus opiniones y planes estratégicos en Villa-Sirena, encontraba un público menos atento que el del atrio del Casino. El príncipe tenia cosas más interesantes en que pensar. Novoa mostraba una alegría egoísta, como si considerase este período el mejor de su existencia y las desgracias del mundo sirviesen para dar un sabor más intenso á su dicha misteriosa.

Tu presencia aquí es la única alegría de mi vida después de tantas desgracias.

Don Fernando Salvatierra dijo con voz trémula, haciendo esfuerzos por contener su indignación fue mi maestro y le debo mucho. Además, es el mejor amigo de mi padre, y yo sería un desagradecido sin entrañas si no fuese a verle después de sus desgracias. ¡Tu padre! exclamó don Pablo. ¡Un bobalicón que nunca aprenderá a vivir!... ¡Que nadie le toque a su antiguo cabecilla!

Y el pobre Batiste, con el pensamiento ocupado por tantas desgracias, barajando en su imaginación el niño enfermo, el caballo muerto, el hijo descalabrado y la hija con su reconcentrado pesar, llegó á los arrabales de la ciudad y pasó el puente de Serranos.

Luego cuenta el poeta las desgracias que pasaron a su familia cuando Hischam II subió otra vez al trono. Una sola vez vio a su amada, en las exequias de un pariente; pero no la habló.

-Eso estaba puesto en razón -respondió Sancho-, porque, según vuestra merced dice, más anejas son a los caballeros andantes las desgracias que a sus escuderos. -Engáñaste, Sancho -dijo don Quijote-; según aquello, quando caput dolet..., etcétera. -No entiendo otra lengua que la mía -respondió Sancho.

Hanse visto desgracias en algunas que alborotaron con risa el concurso: ó quebrandose, y cayendo las figuras, ó parandose, y assiendose quando devian correr con mas velozidad.

Entre tantas desgracias, representaba una alegría para la ciudad la certeza de que Simoulin, «nuestro poeta», no había muerto.

Palabra del Dia

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