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Actualizado: 7 de junio de 2025
Dios dispone de todo, y las glorias de la tierra son a veces trocadas en miseria, en tristeza, en nada, por su mano poderosa. Si mi hijo no parece, ¿qué soy, qué me queda, qué resta a mi casa y a mi nombre? Dios habrá decidido que todo perezca, y que las grandezas de ayer sean hoy ruinas, donde nos ocultemos para llorar. ¿La victoria se había de alcanzar sin desgracias?
A esto replicó el escudero: -Señor, ya que estas desgracias son de la cosecha de la caballería, dígame vuestra merced si suceden muy a menudo, o si tienen sus tiempos limitados en que acaecen; porque me parece a mí que a dos cosechas quedaremos inútiles para la tercera, si Dios, por su infinita misericordia, no nos socorre.
Y cuéntase desta buena moza que jamás dio semejantes palabras que no las cumpliese, aunque las diese en un monte y sin testigo alguno; porque presumía muy de hidalga, y no tenía por afrenta estar en aquel ejercicio de servir en la venta, porque decía ella que desgracias y malos sucesos la habían traído a aquel estado.
Esto es insoportable; esto es tan falso en filosofía como feo en literatura.» Así discurria Eugenio, y cerraba buenamente el libro, y apartaba de su mente aquellos tétricos recuerdos, entregándose de nuevo á la contemplacion de la bella naturaleza. Pasan las horas, suena la de comenzar sus tareas; y aquel dia parece el de las desgracias.
Porque si lo son, comunicaré con ellos mis desgracias, y si no, no hay para qué me canse en decillas. Y, a este tiempo, habían ya llegado el cura y el barbero, viendo que los caminantes estaban en pláticas con don Quijote de la Mancha, para responder de modo que no fuese descubierto su artificio.
Creo que la consideraba como una especie de hechizo, o talismán, que, además de ser la fuente de su gran fortuna, lo preservaba de todas las desgracias y males. La razón de esto no puedo decirla, porque no la conozco. ¿Nunca se cercioró usted de qué índole era el objeto que él consideraba tan precioso?
La vieja señorita calló. Enjugó con sus manos enflaquecidas dos lágrimas que corrían por su ajada fisonomía; luego agregó esforzándose por sonreir: Perdón, primo mío: bastante tiene usted con sus desgracias... Excúseme... Por otra parte es tarde; retírese. Usted me compromete.
Derrámasele al otro Mendoza la sal encima de la mesa, y derrámasele a él la melancolía por el corazón, como si estuviese obligada la naturaleza a dar señales de las venideras desgracias con cosas tan de poco momento como las referidas. El discreto y cristiano no ha de andar en puntillos con lo que quiere hacer el cielo.
Estrechó más aquella antigua amistad, originada en peligros y desgracias comunes, la generosidad con que Monsalud salvó por entonces al flamante coronel de sus ahogos pecuniarios, que le habían traído a un estado de horrible desesperación. Seudoquis fue destinado a servir en Vitoria.
¡Oh honradas casas donde un modesto cocido y un principio final constituyen la felicidad diaria de una familia! ¡Huid del tumulto de un convite de días! ¡Sólo la costumbre de comer y servirse bien diariamente, puede evitar semejantes destrozos! ¿Hay más desgracias? ¡Santo cielo! ¡Sí, las hay para mí, infeliz!
Palabra del Dia
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