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Y, por último, aunque se funde el amor de Dafnis y Cloe en la material hermosura de ambos, en su contemplación, y hasta en el deseo de lograr su posesión por completo, todavía, á par de este deseo, hay una amistad, un afecto entrañable, una terneza pura en ambos pastorcillos, que evitan el que sea su amor mera lascivia, y que le purifican y realzan.

Dióme deseo de burlarlo y aprovechóme poco, pues pensando ir por lana volví trasquilado, no saliendo con mi intento.

Yo había buscado en el mundo sin encontrarle el amor tal cual yo le comprendía... le había buscado en vano y me había dicho: Nuestro amigo y nuestra amante son dos fantasmas soñados por nuestro deseo. Dios no puede haber dado a su hechura aspiraciones imposibles. Si no ha podido dárselas y las tiene no existe Dios. O Dios es el acaso.

El demandante se mostró hábil estratégico previniendo en cierto modo la sospecha, y anticipándose a los pensamientos del padre. Deseo que mi mujer goce de cómoda posición, pero para ella, por ella sola; nada para ; yo me basto a mismo.

Sabiendo por la Filosofía Moral las pasiones que se excitan para la fuga del mal, como el temor, cobardía, odio, envidia, ira, enojo, &c. y las que se mueven por el bien, como el amor, alegria, deseo, complacencia, &c. qualquiera conocerá á la presencia de los objetos sensibles la pasion, ó pasiones de que se halla agitado, segun los contempla buenos, ó malos, dignos de prosecucion, ó de fuga.

Un sentimiento de debilidad, un ardiente deseo de estrecharme contra él, se había apoderado de . Me sentía tan feliz de estar a su lado que me olvidaba de todo lo demás. Olga, mi querida, mi buena Olguita dijo, habla, ¿qué quieres de ? Alcé los ojos hacia él.

Deseo vivir y espirar en medio de este vasto panorama: ¡ay! ¡ojalá que al cerrar mis párpados el dedo de la muerte haya quien me sepulte al margen de esos rios bajo la copa de esos álamos frondososEstuvimos por unos instantes en silencio.

Tropezó la joven con los almohadillados carnosos de su palma, y al mismo tiempo una voz enorme que se esforzaba por ser dulce llegó á sus oídos desde lo alto: -Doctor Popito, puede usted volver cuando quiera: el Hombre-Montaña la invita. Si Momaren es el Padre de los Maestros, yo deseo ser el Padre de los Enamorados.

En esto, parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural -que es lo que más se debe creer-, a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo.

Ya que os he contado, dijo Jacobo, lo que no conocíais de mi aventura, decidme lo que yo ignoro de vuestras pesquisas. Tragomer no me explicó nada preciso cuando vino á buscarme á la isla Nou. Deseo saber en qué condiciones se va á presentar la lucha con nuestros adversarios, qué hace Sorege y dónde está Lea.