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Actualizado: 4 de junio de 2025
Felipe IV gustaba de ver pintar a Velázquez, tenía llave para entrar cuando quería en su estudio, hasta se cuenta que permaneció en cierta ocasión sentado tres horas para que le retratase: pero en su carrera de criado de palacio le dejó ascender paso a paso, toleró que se le pagara casi siempre con retrasos, resolvió en contra suya cuando tuvo desavenencias con algún alto dignatario de la servidumbre, como en 1645 con el Marqués de Malpica , y sobre todo le mantuvo en empleos que, obligándole a servir en bajos menesteres, hurtaban tiempo a su arte que fue como mermar su gloria.
Esta no se mostraba muy inclinada a consentir en lo que de ella se exigía. Se la llevó entonces a casa. Pero a los tres meses, con gran sorpresa suya, se presentó de nuevo en el convento, solicitando entrar de novicia. Don Sabino creía que la habían impulsado a ello desavenencias con su madre. Pasado el año de noviciado, se la envió a Guipúzcoa, y allí estuvo ejerciendo su ministerio dos años.
Doña Manuela era incapaz de aquilatar la importancia que tenía aquella brusca ingerencia de su hijo mayor en la vida de la casa, pero se acobardó ante la idea de que entre ambos hermanos pudieran surgir desavenencias graves que desazonaran al padre. En cuanto a poner remedio, sólo se le ocurrió impedir toda explicación entre Tirso y Pepe.
Sí, Mathys, en efecto; esa noticia me hace temblar. Estáis en un error. Esta decisión ha sido tomada a instancias mías, para hacer desaparecer toda causa de desavenencias y discordias, y para estar seguros de tener una vida agradable. Pero, ¿a qué convento la mandarán? Lo ignoro aún, la condesa se encargará de buscarlo. ¿Queréis hacer una monja de Elena? Sin embargo, eso es imposible. ¡Una loca!
Cecilia comenzó a decirle con voz muy suave: Yo no sé qué decirte a todo eso, Gonzalo. Meterse en las desavenencias que pueda haber en un matrimonio es muy peligroso.
Esto le llevó naturalmente a hablar de la herencia. Ya había cogido su parte, y con un pico que recibió en metálico había redimido las prendas empeñadas. Ya era propietario de inmuebles, y más valía esto que el dinero contante. Y a propósito de la herencia, también le contó que entre su hermano mayor y doña Lupe habían surgido ruidosas desavenencias.
Palabra del Dia
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