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Actualizado: 28 de julio de 2025


Que con el aretín, que con el aretón . Nos ha parecido curioso el reproducirlo aquí por tratar el mismo asunto que trata esta canción. Blanca sois, señora mía, más que no el rayo del sol, si la dormiré esta noche desarmado y sin pavor, que siete años había, siete, que no me desarmó, no; más negras tengo mis carnes que un tiznado carbón.

Avergüénzase, se arrastra, quiere pelear y no puede, ¡aborto gigantesco, frustrado entre dos mundos, pobre Caliban desarmado! La pesadez, fatal á la ballena, esto todavía más para los seres que nos ocupan.

El proteger a un ser débil, desarmado, ignorante del peligro y que se fía de nosotros, es misión de una terrorífica dulzura. En aquella noche de viaje comprendí los transportes y las angustias del amor, todo ternura y todo temor; lo comprendí viendo dormir a aquella niña casi desconocida de la que una ironía de la suerte me hacía en aquel momento único protector.

Quedó don Quijote, después de desarmado, en sus estrechos greguescos y en su jubón de camuza, seco, alto, tendido, con las quijadas, que por de dentro se besaba la una con la otra; figura que, a no tener cuenta las doncellas que le servían con disimular la risa -que fue una de las precisas órdenes que sus señores les habían dado-, reventaran riendo.

Pero no era en América, vasto continente por el que Jenny Hawkins andaba errante, donde yo podía seguir una pista, proceder á una averiguación y tratar de restablecer la verdad. Allí estaba solo, sin apoyo ni recursos, completamente desarmado.

Le había oído arrastrarse del mismo modo un cuarto de hora antes, cuando intentaba sin duda matarle por la espalda, y al verse descubierto huyó á gatas del camino para apostarse más allá, en el frondoso cañar, y acecharlo sin riesgo. Batiste sintió miedo de pronto. Estaba solo, en medio de la vega, completamente desarmado; su escopeta, falta de cartuchos, no era ya mas que una débil maza.

Una vez desarmado el aparato, Carlos principió a encajar de nuevo unas piezas con otras, con seguridad y desembarazo, como el que conoce bien el terreno que pisa. Su padre, no obstante, a quien disgustaba siempre la prisa, le atajó en seguida. Alto ahí, Carlos; eso no es resolver la dificultad... Hay que tomar las cosas con más calma; si no, obtendremos el mismo resultado.

Estaba desarmado para la vida: el último de los vagabundos que marchaba por las carreteras valía más que él, con toda su cultura inútil. Fuego... necesitaba lumbre. Se lo pedía Feli angustiosamente, en el tormento de la congelación que turbaba su sueño. Miró con rabia los papeles y libros apilados en un rincón.

El estudio desordenado y ansioso sólo servía para anular su voluntad. Pasaba la existencia enterándose de lo que miles de seres pensaron a través de los siglos, y cuando las necesidades de la vida le impulsaban a la acción, encontrábase desarmado, sin fuerzas para seguir su camino.

Hasta se echó varias veces la escopeta á la cara, queriendo disparar los dos tiros contra las ventanillas de la cambra, deteniéndole únicamente el miedo á quedar desarmado. Su cólera iba en aumento: rugía los insultos; sus ojos inyectados ya no podían ver; se tambaleaba como si estuviera ebrio.

Palabra del Dia

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