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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Desanimado ya por completo, sin conservar esperanza alguna, volvía la espalda al salón, y, por completo abismado en sus reflexiones, nada veía ni escuchaba. No obstante, algunas ruidosas exclamaciones le sacaron de su éxtasis. Acababa de entrar en un palco una señora joven, cuya notable hermosura y espléndida toilette excitaron vivamente la admiración de todo el público.

¿Por qué no ha de ser este año como los demás? preguntaba Ronzal, que acababa de hacerse un frac en Madrid. Porque este año el Carnaval está muy desanimado por culpa de los Misioneros, por eso respondía Foja, a quien había metido en la Junta directiva don Álvaro. La verdad es dijo el presidente, Mesía que nos exponemos a un desaire.

Nunca le hablaba de aunque mi pena egoísta transpiraba a través de todas mis palabras; pero su manera de vivir por misma constituía un ejemplo más edificante que muchas lecciones. Cuando estaba yo muy fatigado, muy desanimado, muy humillado por alguna nueva cobardía, iba a él y observaba su vida, como se va a tomar idea de la fuerza física asistiendo a un asalto de luchadores. No era feliz.

Millares de pañuelos y gorras agitados en el aire y un vocerío inmenso acogieron aquella ligera ventaja del caballero teutón. Nada desanimado el de Morel, llegóse á escape á su pabellón y se presentó á los pocos momentos con otro fuerte yelmo, pronto para la segunda justa. El resultado de ésta fué tan igual para ambos que los mejores jueces no hubieran podido adjudicar la victoria á uno ni otro.

»Tres intentos de matrimonio a cual más desgraciado, me han desanimado para mucho tiempo, y he abandonado la idea de casarme. »Permítame usted que le cuente estos ensayos lo más sucintamente posible, a fin de contribuir así modestamente a sus interesantes estudios.

Sólo me falta corregirla. Pero crea usted que estoy desanimado: á trozos me disgusta, á trozos me agrada. ¿La verdad?... Ignoro lo que he hecho. Coquelin quiere conocerla: para eso ha ido á Cambo. El poeta se defiende; al cabo, con la «bonhomie» de un dios que se resignase á descender unos momentos de su altar, coge el manuscrito de «Chantecler» y lee. ¡Admirable!

Después me he puesto adrede á componer otras, y dicen que lo he hecho peor. Esto me ha desanimado de tal suerte, que he estado á punto de no volver á escribirlas.

El Cacho, si comenzaba a ganar, se exaltaba, llevaba el partido al vuelo; en cambio, desanimado, no tiraba una pelota que no fuese falta. Eran dos tipos, Zalacaín y el Cacho, completamente distintos; el uno, la serenidad y la inteligencia del montañés, el otro, el furor y el brío del ribereño.

Sin saber por qué, le había desanimado la mirada plácida, franca, tranquila de poco antes, y sin mayor fundamento, la de ahora, tímida, rápida, miedosa, le pareció una esperanza más, la sumisión de Ana, el triunfo. «No sería tanto, pero él se alegraba de verse animado. Sin fe en mismo no daría un paso. Y había que dar muchos y pronto».

Palabra del Dia

rigoleto

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