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Actualizado: 25 de julio de 2025


Y sobre los monumentos de los héroes y de los dioses, el pastor pasa silbando sin mirarlos siquiera. ¡Oh! lugares deliciosos y solitarios. ¡Cuántos recuerdos encerráis en mi alma! Entre vosotros está el banco donde mi padre descansaba. La habitación donde resonaron sus varoniles acentos, cuando contaba a los labriegos sus hazañas guerreras.

Algo mas léjos el precioso monumento morisco llamado el Alcázar, rodeado de jardines deliciosos que por solos son un tesoro para Sevilla.

Hasta donde me ha sido dable juzgar, el acontecimiento más trágico de su vida, fué cierto percance con un pato que dejó de existir hace treinta ó cuarenta años, pato cuyo aspecto auguraba momentos deliciosos; pero que una vez en la mesa, resultó tan inveteradamente duro, que el trinchante no hizo mella alguna en él, y hubo necesidad de apelar á una hacha y á un serrucho de mano para dividirlo.

Te andaba buscando; la noche está magnífica; vamos a dar una vuelta por el jardín a la claridad de las estrellas. Como usted quiera, mi querido señor. Juan encendió un cigarro, y siguió al señor Aubry. A la verdad, en esta hermosa propiedad se goza de una calma y de un reposo deliciosos. ¡Cómo han crecido estos árboles después de la última vez que vine, hace tres años!

Sobre el pequeño cerro que lo domina, en una meseta, está Canzana, lugar de más caserío, rodeado de árboles, mieses, prados y bosques deliciosos. Sólo veían de él las manchas rojas de sus tejados; tanto le guarnecen los emparrados de sus balcones y los frutales de sus huertas.

Dirigiéndose el extranjero al camino de hierro del Norte, puede tambien visitar en media hora tres deliciosos pueblos, entre los que descuella por su belleza Enghien, con su tranquilo lago, que cercan lindísimas casas de campo.

Apoderóse de nosotros una dulce melancolía, y no tardamos en dejar por veredas ocultas y solitarias los caminos deliciosos en que se confunden con el murmullo de las aguas los suspiros del viento entre los árboles.

Seguro estoy de que no me desmentirá el aserto mi amigo el de la consabida nocturna bofetada fisimánica. ¡Cuántos ratos deliciosos suele éste proporcionarme sin percatarse de ello, con sus narraciones de pura casta! ¡Con qué fruición, pueril quizá, pero disculpable, me digo después de oirle: «Aún queda un marino!...» ¡Y qué tentaciones me acometen otra vez de publicar aquí algunas de esas narraciones!

dejaste el mundo, virgen pura, Porque al probar del mundo la amargura Lloró tu corazon, Y en su llanto se ahogó, como esas flores Que al derramar suavísimos olores Se ahogan con su propia emanacion. Dios abriendo sus manos desde el cielo Distribuye sus dones generosos: Al árbol los frutos deliciosos, Y al valle ameno la fragante flor.

Para Amaury la velada que acabamos de describir, tuvo su continuación en los deliciosos sueños que ocuparon su imaginación aquella noche. Así, por la mañana despertó en la mejor disposición de ánimo para recibir a su amigo Felipe, que no tardó en presentarse.

Palabra del Dia

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