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La cólera se le trasvertía de tal modo que no había lugar para que pasase el alimento. Á duras penas pudo D.ª Robustiana lograr que sorbiese una taza de caldo. Se alzó de la silla, bajó á su cuarto, atolondrado, confuso, sin saber qué partido tomar ante aquel alud que se le venía encima, aquella gran desgracia. Porque tal consideraba la profanación de su retiro ameno y deleitoso.

De esta suerte, yendo y viniendo a lo largo de la calzada, o recostado ociosamente contra el parapeto, dejaba correr una o dos horas, sin más ocupación que la de ver llegar el abasto campesino en el deleitoso amanecer. Sus ojos se holgaban en observar la confusión de trajes versicolores, de fachas rudas y curtidas, de espuertas rebosantes, y el polvoroso tropel de borricos, de bueyes, de rebaños.

Mas si el dejarte es triste y doloroso Recordarte será muy deleitoso Si una dulce memoria he de llevar; Porque el recuerdo es la perenne esencia Que perfuma del hombre la existencia Y en el tiempo pasado hace gozar.

Caminaron todavía algunos minutos por un espeso maizal que los ocultaba enteramente, y llegaron por fin á un sitio desde el cual vieron á corta distancia el campo donde se celebraba. Era un vasto prado de verde claro, todo circuído de avellanos. El espectáculo que ofrecía era á par sorprendente y deleitoso.

Con su saber astuto y cauteloso, Sintiendo la pujanza que Adam lleva, Y viéndose no ser tan poderoso, Que pueda entrar con él en lucha y prueba, En el jardin de vida deleitoso, Satan tomó por medio á nuestra Eva, Que vencerle, sabia, no pudiera Si solo la batalla acometiera.

Concluída la redowa, la hermosa señorita siguió jugando en el teclado. Primero, escalas rapidísimas, cuyas notas se desgranaban como las cuentas de un collar; luego pasajes favoritos, temas predilectos, un fragmento melódico, arrullador y deleitoso. De pronto, cuando menos lo esperaba yo, dejó su asiento la tocadora. Cerró el piano y corrió a la ventana. ¡Linda, hechicera criatura!

Alegre es por allí y de frescura, De muchas arboledas muy umbroso: Con islas que hay en él de hermosura Estraña, y parecer muy deleitoso. Entra aquí Pilcomayo que, vertiendo Sus aguas, del Perú viene corriendo. Cuatro leguas arriba está situada La gran ciudad, antigua y populosa, Que es dicha la Asumpcion, que fué poblada, Por Salazar en era muy famosa.

El sitio es apacible y deleitoso, La gente muy lucida y muy galana, Por el ingles cosario y belicoso, En ronda suele andar cada mañana. Enfermo es el asiento y peligroso, Por el calor la gente no está sana, Mas viven á placer los lusitanos, Contentos, muy alegres, muy ufanos.

Por detrás de las colinas, en segundo término, alzaban su frente altísimas montañas de piedra blanca; más allá de éstas alzábanse otras aún más altas; después otras más altas todavía, y así sucesivamente una serie indefinida de peñascos, apoyándose los unos sobre los otros, cual si se empinasen para echar una ojeada a aquel rinconcito fresco y deleitoso.

Quizá con tanta impaciencia andaba mezclada buena parte de envidia. ¡Qué apetecible y deleitoso sueño; qué calma bienhechora! Era el suelto descanso de la mocedad, de la doncellez cándida, de la conciencia serena, del temperamento rico y feliz, de la salud.