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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Existía también entonces un curso preparatorio en español y latín, y los alumnos de teología y de derecho tenían que estudiar algunas de las asignaturas de la facultad de letras. En 1856 el gobierno nacional asumió la dirección y mantenimiento de la universidad, pero dejándole autonomía en su administración. Esta nacionalización no produjo ningún cambio importante excepto en el nombre.

Parecia estar en esta época sumamente aliviada Doña Juana, no tratando mas que de complacer á su esposo en todo, y dejándole gobernar el reino á su gusto. Pero ¡cuán poco le duró esta felicidad! Asi que se concluyeron las Córtes de Valladolid, determinaron recorrer las principales capitales de España para darse á conocer, porque asi lo exigian de todas partes.

La mujer, dejándole solo, se internó por las otras habitaciones gritando: ¡Aixa! ¡Aixa! en el silencio. Al volver, acercose a la pared, y desprendiendo sutilmente una tabla pintada, quitó de aquel modo el tabique interior de una hornacina, abierta en todo el grueso del muro.

Era hijo natural de un vidriero, que le reconoció al morir, dejándole pequeña fortuna; pero los albaceas testamentarios, á quienes el difunto dió amplios poderes, hicieron un inventario, del cual resultaba que el vidriero no había dejado en el mundo cosa alguna de valor. El Doctrino les pedía dinero, y ellos le solían decir: "Tome usted para un semestre." Y le daban una onza.

El Chucro miró la fosa, pareció satisfecho, y ordenó a la Pepa: Quítale al muerto las prendas que lleva. La Pepa sacó al muerto el dinero, las alhajas y la ropa, dejándole sólo la camisa... ¡Sácale también la camisa! gritole el Chucro. Y cuando la Pepa había cumplido su orden, él mandó a Peñálvez: Enterrálo.

Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me prendisteis. 56 Mas todo esto se hace, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos huyeron, dejándole. 57 Y ellos, prendido Jesús, le llevaron a Caifás sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos estaban juntos.

Consideraba como una salvación poder marchar incesantemente. El frío de la altiplanicie había penetrado hasta sus huesos, dejándole yertos los brazos. En torno de su boca el aliento se convertía en escarcha. Los pelos de su bigote y de su barba se habían engruesado con una costra de hielo. Todo el calor de su vida parecía concentrarse en su cabeza y sus piernas.

Vinieron los médicos y le llenaron de cantáridas. La mano derecha se hinchó de tal modo que parecía una cabeza. Su Majestad notaba dentro de si un enorme volumen inexplicable, como si otro cuerpo entrase dentro de su cuerpo y le invadiese y ocupase poco a poco. Los dolores se apaciguaron, dejándole dormir con pesado y brumoso sueño.

Lo único que turbó por un instante aquel general contento, fué la singular tristeza que se apoderó de Folgueras en cuanto tuvo algunos litros de vino en el cuerpo. El recuerdo de Lancia, su pueblo natal, se le ofreció súbito al espíritu, dejándole en un estado de tribulación difícil de explicar.

Verá usted: primero vino el joven y tomó el cuarto, luego volvió con el viejo ese que usted dice, que le trataba al joven con mucho miramiento, dejándole pasar siempre por delante...; no, amigos no son, más parecen amo y mayordomo. El joven le dio una de las dos yaves para que golviese a inspecionar; pero crea usted que, según les he visto yo de hablar, uno manda y otro calla y obedece.

Palabra del Dia

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