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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Era cosa decidida que nadie se librara... Al llegar a este punto, el patrón se interrumpió, gritando: ¡Ten cuidado, Nardi, que se apaga la lumbre!
No hay que negarlo; los mercaderes están aposentados en el templo del arte, y el público se hace su primer cómplice concediendo decidida proteccion á todo lo malo y escatimándola á todo lo bueno: lo que vive cuando todo conspira á su muerte, tendrá desgracia sin duda, pero no puede decirse con fundamento que carece de vitalidad.
De aquella presentación databa la antipatía manifiesta de Marenval por Harvey y, en el fondo, por todos los americanos, á quienes englobaba en el desdén que le inspiraba el ganadero. Cuando miss Maud pasaba delante de él, brusca, decidida y ruidosa, Marenval le dirigía miradas de conmiseración y tenía por incomprensible que nadie quisiera casarse con aquella marimacho.
¡Llamo la atención! , pensó ella, y se levantó decidida. ¿A dónde vamos, hija? No lo sé todavía». Al penetrar en las calles bulliciosas, cuya vida y animación convidan a los placeres y a intentar gratas aventuras, sintió la joven que se amenguaba su profundísimo pesar, como el dolor agudo que cede a la energía narcótica del calmante.
Además del tresillo se arma la timbirimba con frecuencia; y se juega al monte. Las damas, el ajedrez y el dominó no se descuidan. Y por último, hay una pasión decidida por las riñas de gallos.
CUESTA. Eso de arrastrar a la vida claustral a las jovencitas que no han demostrado una vocación decidida, es muy grave... Y no debéis extrañar que alguien se oponga... DON URBANO. ¿Quién? CUESTA. ¡Qué sé yo! Alguien.
¿Está usted ocupado? preguntó. ¿Puede venir conmigo? Y al significar aquél su asentimiento, con su antigua manera voluntariosa y decidida, dijo: Venga pronto, pues. Salieron precipitadamente, y penetraron en el oscuro camino. Al entrar en el pueblo, el maestro le preguntó a dónde iban, y ella contestó: A ver a mi padre.
Tomando doña Inés para regla de interpretación el refrán de «quien calla otorga», dio por sentado que Juanita estaba decidida a entrar en un convento, y ya, en su fantasía entusiástica, se la representaba santa, cuya vida se intercalaría en las ediciones futuras del Año Cristiano.
Las buenas palabras del cura me repusieron tan pronto como las otras me habían desequilibrado. Encontré por milagro mi serenidad habitual y perdoné por completo a mis detractoras. En cuanto entré en casa corrí al cuarto de la abuela y le dije que estaba decidida a hacer lo que ella deseaba.
El tío cumplió con discreción y habilidad el delicado encargo. La Condesa viuda de Alhedín halló que su hijo no podía soñar con mejor boda, y se puso enteramente de parte de la Marquesa, cuya decidida voluntad en favor del Conde la lisonjeaba en extremo. No hay que decir que esta negociación se llevó con el mayor sigilo.
Palabra del Dia
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